TEMAS DE ACTUALIDAD
Recuerdos de mi infancia en la campiña
interiorana
Mayi Mónica de Ortega
Recuerdo cuando era pequeña
apenas terminaba el período escolar mi mamá al día
siguiente nos montaba en una chiva gallinera (era el único transporte
que existía para el interior en ese entonces), y nos mandaba para
donde mi abuela, a un campo conocido con el nombre de El Hatillo, en el
pueblo de Pesé.
Era un viaje muy largo, salíamos de Panamá a las 6:00
p.m. y llegábamos al pueblo a eso de las 2:00 a.m. Para nosotros
esto era un chiste ya que era algo fuera de lo común viajar con gallinas,
puercos, sacos de arroz, galones de aceite y con la gente humilde del campo.
No habían sillas, sino que íbamos encima de los sacos de arroz.
La carretera llegaba hasta La Chorrera, de allí era puro polvo
hasta el final, había que atravesar pequeños charcos y todo
eso. No existían carreteras, que pensaríamos nosotros que
ahora se puede ir en un momentito, en buses cómodos, con aire acondicionado
y a cualquier hora.
Mientras estábamos en el campo, nos divertíamos con cualquier
cosa, había que irse a bañar a la quebrada porque no había
agua, había que recoger agua para traer a la casa para poder consumir
en el día, se cocinaba con leña en un fogón de piedras,
se pilaba el arroz, el maíz, se cosechaba el frijol de palo, se recogían
los huevos que ponía la gallina, de vez en cuando íbamos al
río a coger camarones para hacer sopa. Todo esto resultaba muy bueno
para nosotros, éramos niños y cualquier cosa era motivo de
fiesta para nosotros.
Cada quince días mi mamá mandaba una encomienda, había
que ir caminando al pueblo como 1 hora para ir a buscar la cajeta, que contenía
avena, café, leche, azúcar, aceite, pan, dulce, pastillas,
ropa, plata, etc.
Conocí la pobreza muy de cerca. No había luz, agua, transporte,
ninguna clase de comodidad, se tomaba agua de un cántaro con totuma,
las camas las hacían con palos amarrados con sogas, las sábanas
eran una hechura de varios retazos de tela. Después que ibas al servicio
tenías que limpiarte con tuza, no teníamos papel higiénico.
Fue una época dura, pero aprendimos lo que era la pobreza y eso nos
animó para seguir estudiando y tener un futuro mejor.
Mi abuela era una mujer muy pobre, vivía de lo que mi mamá
podía mandarle, lavaba y planchaba ropa en el pueblo. También
pilaban arroz y maíz que llevaban al pueblo para vender.
Las personas eran humildes pero mucho más sinceras, existía
respeto, todo el mundo trabajaba muy duro. Al peón por un día
de trabajo en el campo cortando monte se le pagaba B/.1.00, en ese entonces
era bastante dinero, las cosas eran mucho más baratas.
Donde vivía mi abuela no había carros, sólo existían
caballos, carretas y los pies de cada uno para poder llegar al pueblo. Hoy
miro hacia atrás y veo los grandes cambios que se han dado, voy en
mi propio carro, llevo toda la comida de Panamá, hay pequeñas
tiendas cerca de la casa, hay luz, agua, teléfono, se puede ver TV
y dentro de poco va a llegar Cable TV. Todo esto me parece maravilloso,
¿pero hasta dónde va a afectar a nuestra campiña?
Ya casi no existen las casas de quincha, ya no se ven carretas de bueyes,
ya mi campiña interiorana está desapareciendo. Ahora se oye
una música horrorosa como es el Regué con una letra tan vulgar,
los muchachos la cantan pero no se saben a veces ni el himno de Panamá.
Hoy veo cómo a un muchacho tú le ofreces todo: casa,
comida, educación, dinero, paseos, afecto, hogar, todo lo que una
persona pueda desear, y el muchacho no responde, ¿por qué?
Te preguntas en dónde fallé, si he hecho todo lo posible para
triunfar y lograr esto, para darlo a mis hijos y ellos no lo aprecian. Al
contrario cada día quieren más cosas.
Cuando pienso, en esto, vuelvo a recordar aquellos años mozos
en donde no había mucho de dónde tomar, pero se apreciaban
más las cosas. Es cierto que hemos avanzado tremendamente en un campo
pero en otras cosas nos hemos retrasado tanto.
Ojalá encontráramos un equilibrio en nuestra vida que
nos permitiera disfrutar de todas estas comodidades de hoy y de todos los
adelantos técnicos que tenemos y al mismo ser leales, sinceros, honestos,
respetuosos y con mucho amor para con el prójimo.
|
|
AYER GRAFICO |
Plana mayor de la Guardia Nacional durante una emergencia en el país |
|