Hay cristianos que son astutos como la serpiente y actúan haciéndose los vivos para seguir pecando de manera abierta. Ellos conocen muy bien que, una vez entregan su vida a Cristo, nunca perderán la salvación, aunque pequen otra vez.
Esto no solo lo hacen algunos de los nuestros, sino que además lo hacen en otras naciones. Por eso es importante que un acto de pecado no te cuesta tu salvación.
Es cierto que Dios perdona. Ojo con esto. Las personas no pueden burlarse de �l.
Cuando ustedes son salvos, les adoptan como miembros de la familia de Dios. De aquí en adelante se les pide vivir llenos de amor agradando a Dios.
Pero la idea de que un acto pecaminoso pueda hacer que alguien sea expulsado de la familia de Dios no está en la Biblia (1 Jn 1.7, 9). Sin embargo, los pecados y rebeliones le arrebatarán el gozo de la salvación. Cuando David pecó no se sintió gozoso, porque se había rebelado contra Dios (Sal 51.12). Sus palabras de entonces fueron: "Y no quites de mí tu santo Espíritu" (Sal 51.11). Aún cuando había cometido adulterio y era responsable de la muerte de un inocente, esta frase nos revela que todavía poseía el Espíritu Santo. Aunque fue castigado por su pecado, Dios lo perdonó y amó cuando se arrepintió delante del Señor.
Si uno persevera en el pecado, puede perderse la seguridad de la salvación, pero ello no equivale a una perdida efectiva de ella. Cuando la Escritura dice: "Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado", el sentido de la frase en griego no es que el cristiano nunca comete pecado, sino que no persevera en él, rehusando confesarlo y arrepentirse. Una persona nacida del Espíritu de Dios será conducida al arrepentimiento cada vez que peque.
Si usted es de esos que se aprovecha de la Palabra para vacilar por ahí, pero brinde un mejor testimonio.
