Los productores agropecuarios volvieron a salir a las calles para protestar por la inclusión de ese sector en las negociaciones para establecer un Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos.
Los hombres del campo se concentraron en Divisa coincidiendo con el inicio de una decisiva ronda de negociaciones con la delegación norteamericana.
Lo cuestionable aquí ha sido la actitud policía de tránsito de establecer cerca de 14 retenes para impedir la movilización de los 3 mil productores que tienen derecho a manifestarse.
El sector agropecuario concentra una gran mano de obra y es una realidad que éste no puede competir con sus colegas estadounidenses, cuyos productos gozan de grandes subsidios.
Sin embargo, hay que ser realistas. Los TLC son inevitables, a menos que pretendamos quedarnos en una especie de isla y un mercado restringido.
Las reglas económicas del momento sugieren la apertura de las fronteras económicas y mayor eficiencia de parte de los productores y de los otros sectores del país. Ignorar esto, sería irresponsable.
Además, Estados Unidos ha sido nuestro socio por casi un siglo y hoy día es la mayor potencia mundial. No hay duda que la negociación de un TLC habrá sectores afectados y otros beneficiados. Lo inteligente es que nuestros negociadores minimicen los efectos negativos y que los grupos afectados puedan adecuarse a las nuevas reglas del juego.