Querido amigo:
Me han dicho que ya no crees en nada. Que presumes de tu increencia. No sé si esto es verdad o no, pero me gustaría que me lo confirmes y además me asegures que tu proceder es totalmente sincero.
Te aseguro que si eres sincero querrás saber la verdad, y no te vas a dejar influir por el slogan de moda, o por el qué dirán. Esto diría muy poco a tu favor.
�Te has parado a examinar, es decir, a buscar la verdad sobre tu futuro? �Sabrías contestarme a estas preguntas que se tiene que hacer hasta el más ignorante: de dónde vengo y a dónde voy? �De verdad crees que la maravilla de la creación, y su orden perfecto es sólo obra del azar? En tu vida habrás visto ya muchas cosas, pero no tendrás la experiencia de conocer una sola casa que se haya construido perfecta por haber puesto en un montón todos los materiales de construcción, haberlos revuelto varias veces hasta que apareció la casa perfecta.
Ya sé que me vas a decir que no eres tan tonto. Es verdad no te creo así. Pero, �me quieres explicar por qué razón, en asunto tan importante en tu vida como saber si hay un más allá, y si yo tendré alguna participación en ese más allá, no quieres investigar la verdad?
No cierres los ojos, para no ver. Esa no es la solución. Busca la verdad hasta que la encuentres y no tengas miedo de encontrarla. Sólo si la conoces podrás poner el remedio para acertar en tu tratamiento, como en el conocimiento de la enfermedad, sólo desde que el diagnóstico es acertado se puede intentar la curación. Pero nunca desde la ignorancia.
Un consejo de amigo: Párate a pensar y a buscar tu verdad, sin prejuicios, sin slogan, sin imprudencia. A partir de ese momento yo pensaré que no eres una marioneta; que a ti no te conducen unos hilos invisibles, sino que eres el hombre sabio y prudente. Un abrazo de tu amigo
Tomás Sanz.