Como parte de la prevención, control y erradicación de las enfermedades y/o plagas de los animales, anualmente son atendidas más de treinta mil explotaciones agropecuarias en nuestro país, determinando en estas la presencia o ausencia de algunas enfermedades que puedan representar riesgo para la salud humana y animal, así como aquellas que restringen el comercio internacional.
Gracias a la situación geográfica que poseemos, los controles de movilización se hacen más efectivos, gracias a que las garitas de Cuarentena Agropecuaria han sido ubicadas estratégicamente para que cumplan con los objetivos de las campañas sanitarias en el control de la movilización de animales, plantas, frutas y vegetales.
Por otro lado, se trabaja mucho en la parte de prevención, ya que enfermedades como la encefalopatía espongiforme bovina o mal de las vacas locas, fiebre aftosa, peste porcina clásica y africana, pleuroneumonía contagiosa bovina, virus del Nilo, Newcastle e influenza aviar entre otras, están ausentes en nuestro país. En primera instancia, todas estas son restrictivas al comercio internacional y las consecuencias de tenerlas son devastadoras, lo que para la economía panameña sería realmente muy duro.
Panamá representa hoy para el mercado de la carne de res, pollo, cerdo, camarones, un mundo de oportunidades, ya que en los últimos años la genética ha evolucionado sorprendentemente con el esfuerzo de nuestros productores y la empresa privada, así como también nuestra condición sanitaria favorable; esto aunado a la demanda de alimentos, convierte la necesidad de asegurar los mismos para la población mundial (Seguridad Alimentaria). No obstante, todo tiene que ir de la mano, y el término trazabilidad en nuestro país es un fantasma, ya que desafortunadamente no se aplica. Si bien la parte sanitaria es una condición aceptable, se desconoce la otra cara de la moneda, pues quienes tienen que atacar el problema, aún piensan que no se hace necesario.
El sector ganadero está todavía muy lejos de trazar sus productos. Para esto, debemos realizar enormes cambios en los centros de producción, es decir, en fincas o establecimientos productivos. Esta labor debe ser desarrollada cuanto antes; no obstante, muchos han sido los intentos de proceder con esta necesidad y aun es poco lo que han implementado las autoridades responsables, pues falta mucho seguimiento e interés de quienes desarrollan la temática. En tanto no puedan adquirirse datos desde centrales de documentación de forma sistemática de lo que sucede en las fincas y en las granjas de producción, los responsables que dicen tener trazado su producto de la granja o la mesa a la finca, requieren de establecer transparencia en la verdadera información.
Existen cientos de organizaciones que debaten de estos temas a nivel mundial diariamente; pocas veces se ven proyectos que aborden la trazabilidad desde un punto de vista real. Lo cierto es que los productos agroalimentarios, como cualquier otro, para disponer de documentación apropiada, deben de actualizar esa información, a medida que pasan las diferentes fases producción. Esta es, sin lugar a dudas, la fase más compleja por estar geográficamente diseminada.
La única posibilidad de dar garantías a los consumidores pasa por establecer redes de datos entre los centros de producción y redes de documentación. Para ello es IMPRESCINDIBLE que la administración pública agropecuaria realice un esfuerzo sin precedentes en normalización de los sistemas, de lo contrario, a corto y mediano plazo las exportaciones podrán verse afectadas y entonces preguntaremos: �a quién culpar?
La trazabilidad es de gran importancia para la protección de la salud y la vida de los consumidores para mejorar el seguimiento y la transparencia del movimiento de animales y sus productos, como la transformación de estos para la venta y consumo para los seres humanos y animales en general.
