El área metropolitana amanece hoy con una amenaza de paro del transporte público, que se produce más que todo por la falta de claridad del gobierno en sus proyectos para modernizar el sector.
Nadie niega que el sistema tocó fondo y que hay conductores de autobuses que son incorregibles y nunca debieron ser autorizados para estar al frente de un timón y menos transportando pasajeros.
La crisis en el transporte es una responsabilidad compartida entre funcionarios que nunca cumplieron cabalmente su labor fiscalizadora y conductores irresponsables que se convirtieron en los hijos predilectos de todos los gobiernos.
Es un círculo vicioso: buseros que andan como alma que lleva el Diablo en autobuses que no cumplen las condiciones mecánicas y funcionarios que sólo intentan cumplir su labor de vigilancia cuando ocurre una tragedia y surge la presión de la opinión pública.
La confrontación actual surge más que todo por la falta de claridad del gobierno. Se anuncia la intención de licitar la concesión de 1, 500 autobuses, pero no hay mayor explicación. Con el control de la agenda informativa que se pretende imponer, los encargados de dar las aclaraciones del tema, no salen a revelar los planes en torno al transporte público, pero por otro lado se disparan ministros y funcionarios ajenos al sector, para tratar de medir fuerzas con los transportistas.
Es cierto que los usuarios tienen poco aprecio por los transportistas; ellos se han ganado gratis la mala imagen, pero también es cierto que hubo falta de claridad por parte de la actual administración.
Si a usted lo sacan del negocio de toda una vida o lo botan del empleo, sin duda que reclamaría indemnización. Ese parece ser el meollo del problema. �Es tan difícil encontrar interlocutores para entender eso?. En medio de esa medición de fuerza entre gobierno y transportistas quedan el usuario como hormiga en medio de un baile de elefantes