En la vida hay todo tipo de personas, desde los que fingen ser tus amigos para aprovecharse de ti, hasta los que hacen cualquier cosa por hacerte creer que eres lo máximo, para después sacarte la tabla, como popularmente se dice.
Estos falsos amigos los encuentras en todas partes. Están en las oficinas, en el vecindario, en los clubes o simplemente en las calles. Son fáciles de palabra y hasta cultivan un encanto especial para hacer que sus víctimas crean todas sus mentiras.
Son las personas más simpáticas del mundo. Amigo te ayudo con la tarea de la universidad, te traigo comida al mediodía, te cuido al niño o te hago cualquier mandado que necesites.
Con estas atenciones nos hacen creer que son nuestros verdaderos amigos y que estarían dispuestos a todo por nosotros. Sin embargo, cuando logran lo que buscan: ganarse tu confianza absoluta, empieza la pesadilla. Préstame cinco dólares, déjame hacer un pequeño mandado en tu carro, déjame dormir un día en tu casa o permíteme acompañar a tu novia a hacer alguna diligencia.
Empiezan con cosas menores y después los montos económicos aumentan, las vueltas en el carro ya no son para ir a la esquina, sino para viajar al interior y las salidas con tu novia ya no tienen una intención sana.
Cuando te das cuenta, ya caiste en las garras del sinverg�enza. Sus deudas contigo ya alcanzan hasta cuatro dígitos, el carro te lo chocó y no te lo reparó y tu novia, ni hablar de ella, porque ya dejó de serlo. Te la quitó.
De pronto despiertas a la realidad y te das cuenta de que esa persona lo único que quería era sacar provecho de ti. Cuando tratas de hacerle ver que tú eres su amigo y que tu ayuda ha sido desinteresada, empiezan los reclamos de su parte y posteriormente te quita el habla.
Demasiado tarde, ya el sinverg�enza te debe una importante cantidad de dinero, que no te pagará porque ahora es tu enemigo. Personas así abundan en Panamá y propician el juega vivo entre las personas. Lo mejor será identificarlos a tiempo y alejarlos de ti.