Todos nacemos con un don; ese talento especial que nos distingue de otros seres humanos y que nos hace especiales. Algunos privilegiados cuentan con más de uno.
Puede tratarse de facilidad para las matemáticas, talento para la música, habilidad atlética, fuerza física mayor a lo normal o una capacidad analítica superior.
El hecho es que si nos tomamos el tiempo para conocernos a nosotros mismos, entenderemos que hay algo que podemos hacer mejor que quienes nos rodean. Ese don es la herramienta especial que Dios nos ha dado para servir a la humanidad.
Por desgracia, la mayoría de las veces la desperdiciamos, la subutilizamos o la empleamos para malos fines.
Malgastar nuestras habilidades especiales es una señal de que no hemos hecho un esfuerzo en hacer un autoanálisis, o de que preferimos tomar el camino fácil en nuestras vidas.
Por otro lado, otros emplean su talento especial para evadir la ley o para delinquir. La mayoría de los estafadores, carteristas y timadores son personas de extraordinario ingenio y agilidad mental; son muy controlados y son expertos en administración del tiempo y manejo de la presión.
También poseen una extensa imaginación, y son capaces de armar un mundo falso que exponen a sus víctimas para enredarlos. Podrían escribir libros de ficción con sus historias inventadas, pero en vez de eso lo hacen para mentir.
El resto de las características descritas anteriormente serían perfectas en profesiones útiles para la sociedad.
Estimados lectores, los talentos perdidos pueden convertirse en vidas perdidas. Busquemos ayuda para conocernos un poco mejor nosotros mismos y darles un buen uso a nuestros dones.
