Algunas comunidades que antes eran serias y respetadas, han sido invadidas por los escandalosos, de una manera tan criticable, con juergas los fines de semana, troneras al por mayor y una chusma humana de la peor. Son los eternos inadaptados.
La más criticable es que estos racatacas apadrinados por sus padres y hasta por autoridades de la Justicia que deben dar el ejemplo, es que usan un lenguaje no propio de gente adulta, de gente que labora en el Gobierno, donde se les exige buena conducta dentro y fuera de las instalaciones. Por eso dicen que no todo lo que brilla es oro. La familia es la familia y las leyes hay que cumplirlas dando el ejemplo. Me entienden, la familia es la familia.
A esta gente, la comunidad la rechaza y le juega al doble cara para evitar caer en sus componendas. Son terribles, se creen dueños hasta del lavandero, toman licor de manera desmedida, se estacionan donde les da la santa gana, violan las líneas amarillas, blancas y de todos los colores. Parecen a gente salida de Matías Hernández, donde no se han podido curar del todo.
Esta gente celebra de todo, pero con gritos desenfrenados y cuando la gente seria llama a la Policía Nacional, éstos o están muy ocupados o se hacen los de la vista gorda. Nadie los entiende y esto sucede en casi todas las barriadas desde Santa Librada, San Miguelito, Río Abajo, Brisas del Golf, Villa Guadalupe, Veranillo, Altos de Curundú, para mencionar algunas.
En estos grupos inadaptados al nuevo orden social hay de todo un poco, desde niñitas que crecieron, son adultas y tienen un bocaza que da espanto, hasta de viejos y viejas que se creen todavía en la edad de los 20 años.
Estos problemas comunitarios solo se acabarán cuando la gente tome conciencia y haga las denuncias pertinentes para que los inadaptados y sus padrinos y madrinas entiendan que hay que ser respetuoso en el lugar donde se vive.