La mala fe procesal
Histórica y conceptualmente se ha definido la mala fe procesal como aquella conducta en la que, en abuso del derecho de litigar, incurren las partes dentro de un proceso con el deliberado propósito de inducir a error al juzgador o dilatar el proceso para lograr, entre otras cosas, producir la prescripción que favorezca sus intereses.
Hay cierta diferencia entre la mala fe procesal y el abuso del derecho a litigar, en la primera se violan cánones éticos e incluso se puede incurrir en simulaciones dolosas que pudieran ser tipificadas como delitos, mientras que en el abuso en el derecho a litigar se va al proceso a sabiendas de que no se tiene la razón, por el simple prurito de abusar del derecho de y de excitar estérilmente la actividad jurisdiccional.
Estas conductas son contrarias al deber que tienen las partes dentro de un proceso, de actuar con lealtad, probidad, veracidad y buena fe en cada una de sus actuaciones.
Otra cosa sería lo que hemos denominado dolo procesal, en el que dentro del litigio se incurre en actuaciones que pueden dar lugar a que posteriormente el juzgador compulse copias para que la parte sea investigada por la posible comisión de hechos criminales.
Lastimosamente, estas prácticas son bastante consuetudinarias en el foro, en el que se observa el ardid y el golpe artero ante la indiferencia y muchas veces complacencia de la autoridad jurisdiccional, que debería llamar la atención al litigante mendaz y felón.