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En busca de una señal de vida en una escuela caída (Video)

Después de que una de las alas de la escuela primaria y secundaria Enrique Rebsamen colapsó el martes tras un sismo de 7,1, rescatistas buscaban entre los escombros y soldados ponían vigas para prevenir cualquier otro derrumbe.
Video: AP

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Por: México / AP -

Los tres pisos de la escuela quedaron hechos una pila de concreto. Los cuerpos de 21 niños y cuatro adultos fueron sacados de los escombros, y aunque este miércoles todavía se oían algunos sonidos a la distancia, nadie sabía si eran sobrevivientes que pedían ayuda o sólo los crujidos de la estructura caída.

Después de que una de las alas de la escuela primaria y secundaria Enrique Rebsamen colapsó el martes tras un sismo de 7,1, rescatistas buscaban entre los escombros y soldados ponían vigas para prevenir cualquier otro derrumbe.

Entonces un grupo decidió entrar.

Pedro Serrano, un médico de 29 años, fue uno de los mexicanos que se unió a las labores de rescate. Se arrastró por una grieta entre los restos del edificio. “Hicimos hoyos, luego pecho a tierra entramos”, dijo Serrano.

Con muy poco espacio, se movió como pudo para ir lo más profundo posible entre los restos de la escuela destrozada.

“Logramos entrar a un salón colapsado, vimos unos sillones, una mesas de madera”, relató el doctor. “Y de allí lo primero que encontramos fue una pierna. De allí empezamos a mover escombros y encontramos una niña y dos adultos, una mujer y un masculino”.

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Ninguno estaba vivo.

Los rescatistas los dejaron ahí. No había manera de sacarlos.

Frente a la escuela corría el rumor entre una multitud de que dos familias habían recibido mensajes de Whatsapp de niñas atrapadas entre los escombros. Nadie, sin embargo, podía asegurar que fuera verdad.

¿Aún había esperanza? Serrano parecía cansado, pero dijo que los rescatistas seguirían intentando.

“Oímos uno poco de ruido”, dijo. “Pero no sabemos si viene de arriba o abajo, de las paredes de arriba o de alguien pidiendo ayuda abajo”.

Las labores de búsqueda continuaron durante la noche. Camiones llenos de voluntarios armados con picos y palas recorrían las calles oscuras de la capital mexicana. De vez en cuando algunos rescatistas que estaban en la escuela pedían guardar silencio para intentar escuchar cualquier señal de vida.

Los voluntarios dejaron de pasar vigas de madera y cubos llenos de escombro y se quedaron quietos.

En silencio alzaron los puños en un gesto de esperanza, solidaridad y entereza.

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