Nuestra Psiquis y la Pandemia (Parte final)

Nuestra Psiquis y la Pandemia (Parte final)

Nuestra Psiquis y la Pandemia (Parte final)

Por: Dr. Miguel A. Cedeño T. Psiquiatra y catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. -

En esta parte final de la serie de cinco artículos sobre Nuestra Psiquis y la Pandemia, me referiré a los retos de la Psicología y la Psiquiatría en el futuro postpandémico. La epidemia por coronavirus, sin duda, ha abierto las puertas a otra epidemia diferente, misma que ha estado signada a través del tiempo por un estigma, la de los trastornos mentales. El miedo a la enfermedad y el confinamiento, se han convertido en un fecundo campo para los mismos al trastocar la vida normal y la seguridad, algo que, al no resolverse aún, crea gran incertidumbre. Si la epidemia de los trastornos mentales se disparara, como parece estarse dando, costaría a los gobiernos miles o millones de dólares. Por lo tanto, la salud mental, no podrá ser ignorada después de la pandemia.

Las dificultades durante esta crisis son muchas y diversas, varían desde estar lejos de la pareja o la familia, perder un empleo, el cansancio y la soledad, el aislamiento social, la suspensión de clases, la cancelación de espectáculos públicos, el miedo al contagio y a contagiar, hasta el duelo por la pérdida de un ser querido. Un estudio en Uruguay reveló que su población en marzo de 2020 se sentía tres veces más triste, casi cuatro veces más preocupados y 20 por ciento más solos, en comparación con marzo de 2019. (SciDevNet). Lo anterior parece una constante a nivel mundial.

El distrés causado por la pandemia activa áreas cerebrales relacionadas con el miedo como la amígdala (emociones) y el hipocampo (memoria). La amígdala se activa ante lo desconocido y el hipocampo guarda la información traumática asociada a la pandemia, así, este recuerdo de emoción negativa estará pasándonos factura constantemente si rebasa el control de las estructuras corticales que lo inhiben. De esta forma, las alteraciones mentales producto de la actual crisis persistirán después que haya pasado, y ante esta situación, hay que buscar y recibir ayuda psicológica y/o psiquiátrica, ya que no todo el mundo está preparado para afrontar esta situación sin ayuda profesional.

En un artículo de la Revista del Servicio de Psicología y Psiquiatría del Hospital Clinic de Barcelona. España, el Dr. Eduard Vieta se refiere a las nuevas necesidades que se deberán atender en el ámbito de la salud mental a corto plazo. Actualmente, destaca Vieta, los esfuerzos deben centrarse en gestionar las consecuencias del confinamiento, el duelo por las muertes solitarias y el impacto de la crisis sobre los profesionales de la salud. Sin embargo, como ya me he referido en otros artículos, los cuadros de ansiedad, depresión y otros trastornos, que han estallado durante la cuarentena, persistirán en la era post pandemia y deberán ser atendidos.

Lo primero a tomar en cuenta son las acciones de promoción de la salud mental y la prevención de las enfermedades mentales (educación sobre la salud mental, actividades para prevenir desórdenes mentales, manejo del estrés, promoción de estilos saludables de vida, prevención del uso indebido de drogas, factores protectores, resiliencia, etc.). Aquí jugarían un papel importante los promotores y los educadores para la salud con el apoyo del personal de salud mental.

Por otro lado, los recursos que actualmente se han implementado en nuestro medio, como la línea R.O.S.A del Ministerio de Salud, la Línea 169 de la Presidencia de la República y la línea de apoyo emocional del Instituto de Salud Mental (INSAM), u otras establecidas por otros ministerios e instituciones públicas y privadas, deberán convertirse en un servicio permanente, con personal nombrado y remunerado para tal fin. Esta asistencia debe a su vez ser apoyada por la red de psicólogos y psiquiatras que laboran diariamente en atención primaria de la salud (centros de salud) para el abordaje de las personas que les consideren referir, estos a su vez estimarían qué casos, de ser necesario, irían a internamiento en una institución de tercer nivel de atención. Tanto estas líneas de auxilio de salud mental, como las instituciones de atención primaria de la salud, se convertirían así en puertas de entrada para la avalancha de trastornos psiquiátricos que amenaza con precipitarse. Por lo tanto, la presencia estable y suficiente de psicólogos y psiquiatras a este nivel es fundamental. El entrenamiento de este personal en técnicas de intervenciones breves sería de gran ayuda para la efectividad de estos servicios.

Indudablemente, los servicios del tercer nivel de atención (salas psiquiátricas de hospitales generales, hospitales psiquiátricos), igualmente deben fortalecerse con medicación y personal de salud mental ante el incremento de pacientes con inicio o recaída de trastornos mentales que vayan a necesitar internamiento.

En otros países, como España, ha venido desarrollándose durante esta pandemia la atención psicológica y psiquiátrica a nivel domiciliario como una forma de evitar las hospitalizaciones psiquiátricas. En nuestro medio esto se dificulta un poco debido al número limitado de profesionales que podrían ser destinados para tal fin, sin embargo, pudiera ser una opción a futuro capaz de ser apoyada por profesionales de otra importante especialidad médica que debe ser fortalecida en la era posterior al COVID 19 como es la Medicina Familiar.

Ha sido evidente durante esta crisis el surgimiento en nuestro medio, esencialmente a nivel privado, de la Telemedicina para abordar personas afectadas por desórdenes mentales cuando la vía presencial no es posible. Sin embargo, podría considerarse establecer esta modalidad de atención a nivel público, siempre y cuando se invierta en personal y recursos tecnológicos que permitan desarrollar este tipo de asistencia. Esto, sin duda, aumentaría ostensiblemente la cobertura de atención psicológica y psiquiátrica en el país, incluyendo áreas donde hay inexistencia o existencia limitada de estos profesionales. El mismo Vieta sostiene que la psiquiatría post-COVID utilizará mucho más los recursos digitales, como aplicaciones, para proporcionar servicios de salud mental, ya sea como instrumento de gestión o de empoderamiento del paciente.

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