Paseo de las Bóvedas Espacio de artesanos se reduce

Por: Luis Batista -

"A Panamá se le pasa la mano en pro mundi y beneficio". Así piensa José, el artesano. Está molesto por la competencia extranjera que lleva tres meses apostada a lo largo del Paseo de las Bóvedas, en el Casco Viejo.

Si usted entra por ese camino -tomando la entrada que está justo después de las ruinas del antiguo Club de Clases y Tropas de las extintas Fuerzas de Defensa- se encontrará al inicio con lo autóctono de Panamá: los aborígenes con las molas, las chaquiras, los tejidos de polleras y un dúo de negros poniendo el sabor de la ascendencia afro, al ritmo del calipso: "Welcome to Panamá..."

A medida que se avanza, bajo la sombra de las veraneras, aparecen otras culturas. Los acentos mexicanos, colombianos, chilenos, peruanos y argentinos se hacen oír: "¡Che..! ¿Para qué me tomas foto..? Tomas foto y no compras", fustigó una argentina. Al interrogarla sobre si sus artesanías tenían algún significado, explicó: "No... Todo es hecho con amor".

Los negociantes invasores venden pulseras, collares, bolsos, de lo cual mucho carece de significado. La mayoría son mochileros. La pinta que tienen los delata, además de que ellos mismos cuentan sus aventuras: "Hace tiempo había recorrido Suramérica, ahora lo voy a hacer de nuevo. Vendo estas cositas para solventar mis gastos", decía la mexicana.

Mientras, un trío de chilenos coincidió en que "Panamá es chévere... Llevamos ocho meses de estar aquí. No creemos estar haciéndole daño a nadie por ganarmos aquí la vida".

Sin embargo, ese pensamiento no convence al kuna Alex.

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