Por: Hermano Pablo -

En este mensaje tratamos el caso de un hombre que descargó su conciencia en nuestro sitio www.conciencia.net:

«Trabajo desde hace ocho meses en un restaurante de comida rápida. Todos los días observaba cómo mis compañeros tomaban dinero de la caja y robaban sin ningún remordimiento. Por más de cinco meses me mantuve alejado de esa fatal conducta, pero la tentación siempre estaba presente. Desde hace dos meses caí en esa errada conducta de robar el dinero de caja y se ha convertido en un círculo vicioso. Pero desde ese mismo día no soporto la culpa. He estado deprimido y muy preocupado, y casi no duermo.

»No quiero tener una doble cara delante de mis seres queridos. ¿Qué hago?»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimado amigo:

¡Tenemos buenas noticias para usted! Su conciencia está respondiendo tal como Dios quiso que respondiera. Eso es señal de que, en el fondo, usted es una persona de integridad. La tentación en la que ha caído no tiene que arruinar su vida. Ha aprendido una valiosa lección que jamás olvidará. Pero ahora debe dar pasos para salir de ese ciclo y volver a actuar con integridad.

Usted sabe que es malo robar. El octavo mandamiento es muy claro. Tomar lo ajeno es pecado, ya sea un pedazo de fruta del supermercado, o unos centavos de la caja registradora o una gran suma de dinero de la cuenta bancaria de otra persona.

Lo mejor sería que buscara de inmediato otro empleo. Aléjese del todo de la tentación. Y luego, elabore un plan para restituir lo que ha robado. Una vez que haya eliminado la tentación y haya comenzado a restituir el dinero robado, sentirá alivio del estrés psicológico que lo ha mantenido deprimido y sin poder dormir bien. Sin embargo, más importante que cualquier otra cosa, usted debe pedirle a Dios que perdone sus pecados, en el nombre de su Hijo Jesucristo. Cristo murió en la cruz para sufrir el castigo eterno que le corresponde a usted por haber robado.

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