Perjurio

Por: Roque Iván Cárdenas Catequista católico -

Jesús nos habla en el Evangelio que no debemos tomar el nombre de Dios o las cosas sagradas por trivialidades.

"Han oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo digo que no juren en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios; ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Que su lenguaje sea: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno". Mateo 5, 33-37

En Israel se abusaba del juramento, no porque se cayera en el perjurio, sino, que todo lo que se hacía se debía hacer poniendo a Dios como testigo, porque se pensaba le daba mayor formalidad. Eso provocó que se cayera en abusos y casi por cualquier situación, se juraba por Dios, por el Todopoderoso, el Templo, el Altar, la Alianza, la Torá o Ley y por el Mesías. Y ante este desbordamiento de irreverencia Jesucristo sale a regular ese aspecto, al prohibir el juramento, no de manera absoluta, sino ese uso abusivo que se daba del mismo. Porque como sabemos Él no condena y responde a la conjuración que le hace Caifás para responder la pregunta si Él era el Mesías. Jesús quiere rescatar el respeto que se le debe a Dios y a la vez la lealtad y honorabilidad de la palabra del ser humano. La frase "sí, sí o no", no quiere decir, que cuando sea sí se debe decir sí y cuando sea no, se debe decir no.



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