Sin Respuestas

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El secuestro y subsiguiente asesinato de un joven ganadero interiorano sacude la fibra más íntima de la sociedad panameña, que aún no se acostumbra a asimilar los niveles de violencia inaudita que estamos viviendo, a ciencia y paciencia de las autoridades.

La ciudadanía clama por protección y este clamor parece haber desplazado a otras prioridades del panameño de a pie, como lo son la rebaja de la canasta básica familiar, que está en la estratosfera, la creación de nuevas fuentes de empleo y la reactivación de la economía paralizada por la inacción gubernamental.

La respuesta del inquilino del Palacio de Las Garzas, ante la indignación nacional por el homicidio del joven Cigarruista, fue recorrer varios cuarteles de Policía y anunciar una inversión millonaria en carros y pertrechos.

Lo que estamos viendo son actitudes reactivas, más que proactiva, ante la delincuencia que corroe la sociedad.

No es con carros ni toletes que se combatirá efectivamente el delito, es con una adecuada política criminal, que vaya acompañada de respuestas sociales basadas en un profundo respeto a la persona humana como sujeto y objeto de derecho.

Ya lo hemos dicho en otras ocasiones la delincuencia es un problema social, cuyo abordaje tiene que ser multifactorial y no es echándole la culpa a los detenidos a los capos de Punta Coco, que solucionarán el problema.

Por cierto, tal argumento se cae por inconsistente, pues si a estos delincuentes se le envió lejos, ¿Cómo es que siguen dando órdenes a sus bandas?.

Señores actúen con inteligencia y decisión, sino los panameños no tendrán más remedio que defenderse como puedan de los maleantes y aquí lo que va a imperar es la ley del revólver.



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