Una cosa es tamborito y otra un ‘atravesao’

Si DS hubiese puesto a la república cocalera de Colombia al lado de México y no detrás de nosotros, nos estaríamos ahorrando millones de dólares e incomodidades por el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos de Norteamérica. La verdad que es una pesadilla convivir al lado de semejante productor de drogas, guerras y delincuencias, sobre todo cuando existe una colosal demanda de cocaína en Norteamérica y que los gringos son los dueños de la moneda que manda al mundo desde antes que el capitalismo que apoyo yo, fundara el dominante club de multimillonarios llamado Bielderberg.

Las calamidades que vivimos en este país tan maravilloso por culpa de Colombia datan desde que nos unimos a ella voluntariamente en 1821 atraídos por los ideales de Simón Bolívar. Y el peor error de los “paisas” durante los tenebrosos 82 años de dominio fue no haber reparado nunca en la histórica vocación independentista del pueblo panameño, todavía algunos creen que Panamá es propiedad de Colombia con título de propiedad irrevocable y hasta nos mantienen resaltando en su escudo de armas.

Las primeras felonías fueron tan terribles como las de ahora, pero diferentes, el Istmo quedó en una intendencia militar con el único interés de llevarse la plata del ferrocarril y los impuestos de juegos de azar para financiar sus guerras entre hermanos, mientras en Panamá galopaba la miseria y el maltrato de los cholos de Victoriano en Coclé. También clausuraron periódicos y conminaron a periodistas a las mazmorras sin levantar expedientes, ponemos los casos de Francisco Ardila, Rodolfo Aguilera, José Sacrovir Mendoza, León A. Soto y Belisario Porras.

Colombia, con sus drogas, nos mantiene azorados como cuando se baila un “atravesao”, aquí no atinamos siquiera a continuar con la segunda parte de nuestra lucha generacional después de lograr la devolución del Canal. Trump debiese construir el muro acá en nuestra frontera con Colombia, desde Puerto de Obaldía hasta Juradó, para nosotros avanzar con un paso más firme y adecuado como el del tamborito.