Voz de la conciencia

Por: Fermín Agudo -

Intrigado por conocer la voz de lo absoluto, exponemos nuestra voluntad a maniobrar un conjunto de compuestos eléctricos que radican en las interioridades de nuestros cuerpo endilgados a las grandes y graves presiones fusionándolas, procediendo a encontrar el resultado de los procesos internos que ocasionan fricciones tendientes a amalgamarse obteniendo una reacción de procuras inmediatas. Esa profunda paz y silencio determinante muy propio de la noche, es su culto y estilo singular, donde está eliminado el gobierno del tumulto.

Muchas veces en nuestros diarios quehaceres quedamos aprisionados bajo el estricto monólogo interior, es la voz de la conciencia que musita portándonos la entereza de un idilio franco, sonido registrado en los intramuros del alma que procura enderezar las formas de vivir, índice dogmático que desde las sombrías distancias de lo infinito, interviene indicándonos con su señal denotativa las inconsultas casualidades incitantes que nos motivan entrando al diálogo familiar con nuestro destino.

El hombre debe ser un ente consciente y responsable, estos dos atributos insuperables frenan los desparpajos y les entregarán en los avatares de su vida, todos los premios representativos del éxito celado por las cualidades que cobijan con destreza la personalidad, amén de la dignidad y la honestidad.

La razón consuma la consciencia y la fortifica, legando las cualidades notables para afrontar la existencia con lucida adaptación, logrando inyectarles todos los atributos nobles que adornan los azarosos caminos de triunfos, llevándonos de las tinieblas a la luz, de la noche al medio día, del silencio al estrépito, del peligro a la absoluta seguridad, es la iluminación que entra desaforada a los ilimitados ventisqueros del alma humana. Después del torbellino fulgurante de la lucha vendrá la paz. La vida es un equilibrio y de esa equidad orgánica depende la longevidad y felicidad del hombre.

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