El 12 de Julio de este año el Partido Panameñista y el Molirena anunciaron oficialmente su alianza, indicando que iban juntos en las próximas elecciones. Y para formalizar más las cosas, el 24 de Noviembre pasado, dicho convenio fue ratificado en una convención del partido de los gallos. Pero el 23 de Diciembre, aduciendo excusas inconsistentes, el Molirena rompe su compromiso formal con el Panameñismo y se une a la alianza del señor Martinelli, sólo porque este marca alto en las encuestas.
A mí, cuando era niño, me enseñaron buenos principios; cuando se daba una palabra había que cumplirla fielmente porque quien no respeta un compromiso, pierde la autoridad moral y la credibilidad, porque honrar honra.
Esta ruptura, en el terreno moral, casi seguro va a tener consecuencias funestas para los gallos, ya de por si maltrechos por tantos espolazos que se dan unos a otros.
Es innegable que la campaña electoral empieza a caldearse: existen políticos que hasta se cambian de ropaje como en el cuento de La Caperucita. Hay dueños de partido que no tienen el menor escrúpulo de estar sonsacando a los jefes de otros grupos políticos para que rompan sus compromisos, y esto no es ético. Es innegable que el factor dinero es el que ha estado prevaleciendo, en estos momentos, en la campaña proselitista. Hasta ahora lo que se ha visto es que los candidatos que disponen de más plata para hacer su propaganda y su demagogia, son los que obtienen más ventajas políticas.
Pienso que el pueblo no debe dejarse seducir más por el canto de sirena de estos falsos profetas de la política, verdaderos comediantes, dignos de Hollywood, que nunca antes demostraron sensibilidad social y que hasta tratan mal a sus empleados. Lo que llama la atención es que estos mismos elementos ahora son los amigos del alma de Chucho, de Juan y de Pedro, y se codean con la gente humilde cuando nunca antes lo hicieron. Lo curioso es que estos mismos políticos no se acuerdan ahora que en el pasado estuvieron navegando en las dos aguas: un rato en el P. R. D. y otro rato en el Arnulfismo. Se mantuvieron en el gobierno de Mireya aprovechándose y fortaleciéndose políticamente, hasta que vieron que el barco se hundía, y en las pasadas elecciones se separaron de la alianza oficialista y le entregaron el poder al P.R.D. en una bandeja; lo curioso es que ellos sabían muy bien que no iban a ganar. Por lo demás, muchos de ellos no demostraron ser una real y verdadera oposición. Por eso fue que perdieron todo respeto y toda autoridad moral para criticar los malos actos del gobierno. Podemos demostrar con datos, fáciles de comprobar, que si se hubieran mantenido unidos, habrían ganado las elecciones pasadas por más de 76 mil votos. Ahora dicen que se arrepienten y quieren lavar sus faltas, pero ya es tarde, los daños al país son grandes.
