Cuando antes los panameños iban al supermercado, la plata rendía y hasta con cien balboas se hacía las compras de alimentos necesarias para toda la quincena. La Canasta Básica, que cinco años antes costaba 120.00 dólares, hoy cuesta 200.00, cifra que demuestra que la economía se hace cada vez más restrictiva.
Pero la gota que derramó el vaso ocurrió justamente la semana pasada, cuando se anunció el alza de la tarifa de energía eléctrica en Panamá. Un comentarista radial de FM dijo que cuando fue a comprar la lechuga y los otros ingredientes para su ensalada cotidiana, se encontró que los tomates costaban 3.98 balboas.
Igualmente, que los ganaderos y los distribuidores digan que la leche, uno de los productos más nutritivos y pilar de la cadena alimenticia, aumentaría a diez centavos, es sobrepasar la cúspide de la resistencia o tolerancia de los ciudadanos de este país.
El presidente Martín Torrijos y su Gobierno están actualmente evaluando la posibilidad de poner orden en el Ente Regulador de los Servicios Públicos y en la Comisión de Libre Competencia y Asuntos del Consumidor (CLICAC), ante la falta de acciones regulatorias contra las empresas que abusan contra los ciudadanos.
De que un directivo del Ente diga que "el no tiene que defender a los consumidores y sólo está allí para proteger a las empresas", es una falta de respeto a los panameños.
Muy buena es la propuesta del Ministro de Economía, Ricarte Vásquez, de sugerir la propuesta de que el Estado panameño vuelva a participar de lleno en la producción de energía, con la construcción de una planta hidroeléctrica, para abaratar costos en el consumo energético.
También, el Gobierno estaría estudiando fórmulas para implementar "topes" a las lazas de la energía, en los precios de los productos o servicios públicos, que afectan al bolsillo de los ciudadanos. No es que sea un regreso al viejo IRHE o que se "resucite" a la Oficina de Regulación de Precios, pero ya es hora de tomar medidas urgentes para evitar un estallido social, en donde grupos de presión aprovechen la coyuntura de las alzas de la tarifa eléctrica para ganar protagonismo.
Aquí las empresas distribuidoras eléctricas se han alejado mucho de su papel de ofrecer un excelente servicio a sus clientes. Sin pensar en los usuarios, sin tomar en cuenta el flagelo del costo de la vida, los conglomerados eléctricos se han adueñado prácticamente del país, hasta declarando "zonas de influencia" en sus anuncios publicitarios. Si claro, cuando el Gobierno no hace nada, esas empresas abusan del colectivo.
Más que sugerir una política de ahorro de energía, lo que importa ahora es terminar con el Ente Regulador, la CLICAC y las privatizaciones estatales que hizo el ex presidente Ernesto Pérez Balladares, que han puesto de rodillas a los panameños.
Volvemos a pedir, y ojalá Dios nos escuche, al presidente Torrijos y a su séquito, que ponga orden y piense bien en aplicar restricciones que nos permitan bajar el costo de la energía eléctrica.