�Sólo conocía a los hombres en su momento más deshumanizado.... que no tomaban de ella sino el instante de su sed como un jarro de agua de la laguna...
�Pero, en un momento imprevisible para todos, la inconcebible regeneración comenzó.... Nadie volvió a traspasar la estera. Pero nadie creyó en su voluntad de purificación. De nada le valió. El pasado impuro y cercano la tenía presa en su jaula como a una cotorra.... Salu'í seguía siendo para todos la a la pecadora...
�Al día siguiente entró a trabajar en el hospital.... Y ahora estaba allí... en medio de repentinos fogonazos.
�-�Avión enemigo!...
�Un júnker..., al descubrir el convoy, sobre él con un poderoso rugido ametrallándolo a quemarropa.... Sus tripulantes saltaron enloquecidos y huyeron hacia el boscaje. El camillero cayó tumbado por la ráfaga. El camión aguador estaba inmóvil en la cuneta. A través del parabrisas hecho añicos, se veía al conductor caído de bruces sobre el volante, la cabeza empapada por la sangre....
�Entre las ruedas se veía un bulto oscuro y cilíndrico. Era la bomba que había caído sin estallar.
�En un súbito impulso, Salu'í salió hacia el furgón. Su decisión fue tan rápida que Aquino nada pudo hacer para impedirla. Sólo alcanzó a gritarle:
�-�No vayas! �Es peligroso!
�Ella siguió corriendo... Rebuscó en el interior... Sacó un botiquín de primeros auxilios, cargó en un brazo medicamentos, paquetes de venda, todo lo que pudo, y regresó a escape hacia el bosque, en momentos en que el avión hacía una nueva pasada ametrallando el abra...
�Los camioneros estaban asombrados...
�-No acaba uno de conocer a la gente -dijo... Silvestre ...- Creí que lo tuyo era un capricho no más.... �Estás naciendo de nuevo, Salu'í!
Así narra Augusto Roa Bastos, en su novela Hijo de hombre, uno de los episodios de la Guerra del Chaco con Bolivia. Gracias a Dios, a �l no le tenemos que comprobar que nos hemos regenerado. Al pecador arrepentido Dios lo acepta tal como es, lo regenera �l mismo mediante el nuevo nacimiento espiritual y le dice que no vuelva a pecar.