Si usted quiere tener el poder para manipular conciencias, usar a las personas como cosas, decir siempre la última palabra porque lo "sabe todo" y estar por encima de todos, pues conectará con la vivencia emocional paranoica de los dictadores, conquistadores, opresores y endiosados de todas las épocas. Esta corriente malévola traspasa todos los momentos calamitosos de la humanidad, porque por culpa de los "soberbios", los que quisieron "ser como Dios" como Luzbel, la historia se ha llenado de sangre, luto y miseria. Uno de los errores más grandes de la historia ha consistido en el liderazgo asumido por dementes que se han creído enviados por las divinidades para regir a los pueblos por el camino que ellos dicen ser el mejor. Han conducido a sus pueblos a guerras, esclavitud, miseria y corrupción.
Tenga cuidado, porque lo que los dictadores y emperadores asesinos han ocasionado en reinos y repúblicas se puede repetir en pequeñas y grandes empresas, en partidos políticos, en gobiernos de turno y aún en familias, grupos religiosos y gremios profesionales. Es el placer de mandar por mandar, estar por encima de otros y ser un eterno capataz, dueño del pensamiento de los demás y controlador obsesivo de todo lo que pueda atentar contra su sistema.
Ese tipo de poder corrompe, destruye y genera muchas injusticias. Es un virus espiritual que nos puede carcomer la vida, y ninguno de nosotros está exento de esto. Es el poder que viene de la idolatría del "yo" o del dinero, la fama y cualquier otra adicción y que se mantiene por el miedo, sobornos, engaños, sugestión colectiva, mal uso de los medios de comunicación social, asesinatos y fraudes, etc. Conecta con una corriente histórica destructiva donde los Hitler, Stalin, Al Capone, Atila, Idi Amín, Pablo Escobar, Rasputín, Herodes, Nerón, Calígula y otros miles, han hecho un gran daño a la humanidad. Y usted y yo podemos caer y ser uno de esos, aún sin tener la capacidad destructiva de aquellos. Es cuestión de usar el poder como autoridades en cualquier orden de la vida para enriquecernos, adquirir fama, placer, dominio sobre otros comportándonos como semidioses y manteniendo nuestro dominio usando cualquier medio.