La vacuna para la gripe sigue elaborándose a base de huevos. Se utiliza un método lento y complicado desarrollado durante los años cuarenta. A pesar del interés científico y económico alrededor de la gripe y sus nuevas variantes, como la gripe A, este método aún no ha podido mejorarse.
La idea básica de una vacuna es inyectar virus muertos o debilitados para provocar la respuesta del sistema inmunitario, pero eso se complica con una enfermedad como la gripe. Al ser tan variable, es necesario producir decenas de millones de nuevas dosis cada año.
En la segunda guerra mundial, Thomas Francis y Jonas Salk desarrollaron una solución que se sigue aplicando en la actualidad.