La dignidad es la cualidad de mantener un comportamiento decoroso aun en los peores momentos. Hay gente a quienes otros semejantes pisotean y permanecen inmutables, como si no corriera sangre por sus venas.
Si bien es cierto que la necesidad a veces tiene cara de perro, el ser humano nunca puede caer tan bajo al punto de que le importe un comino su dignidad.
Nuestros padres y maestros nos enseñaron que debemos tener respeto por nosotros mismos y por los demás. La dignidad es respetarse a uno mismo.
Ni un trabajo ni una pareja ni nada material merece que una persona se reduzca al punto de perder su dignidad.
A veces observo con dolor al "piedrero" de la esquina que ha perdido todo. La droga lo ha convertido en un despojo humano. Vende su alma por conseguir veinticinco centésimos para comprar su maldito narcótico que lo enloquece. Este es un tipo que ya perdió su dignidad.
Está el hombre o la mujer que como un perrito faldero sigue los pasos de su pareja, a pesar de que ésta le manda señales evidentes de que el amor entre ambos ya es un periódico de ayer, como diría Héctor Lavoe. Sin duda, estamos ante otro ejemplo de falta de dignidad.
En los pasados carnavales, vimos una vez más cómo algunos son capaces de comportarse como animales, o de degradarse hasta los más bajos niveles con tal de ganarse un "premio" carnavalesco, por lo general una botellita de alcohol.
Incluso hay quienes en su búsqueda de dinero y poder sin límites se degradan a sí mismos, ya sea comportándose como perros falderos, ofreciendo favores sexuales o sirviendo como sapos informantes de los poderosos. Hacen de todo con tal de trepar a un árbol, cuyos frutos nacen podridos.
Pero lo que más molesta es el profesional que se arrastra por un puesto en el sector público o en el privado. Una persona vale por sus conocimientos y su corazón. En lo personal, nunca he sido lambón, y no me gusta la lambonería.
Un profesional con dignidad se gana el respeto de sus superiores y sus compañeros. En cambio, el lambón tiene que arrastrarse como una serpiente para poder escalar.
Hay que cultivarse intelectual y moralmente para ser hombres y mujeres dignos, que no se rajan ante la adversidad del momento. �Siempre habrá un mejor mañana!