Aunque se diga lo contrario, existe un deseo grande en la comunidad gay de Panamá de convivir como pareja legalmente. Esto quiere decir, vivir bajo un mismo techo, tener hijos (adoptados), repartirse sus bienes como cualquiera. No es solo adquirir más derechos, es sin lugar a dudas un enlace matrimonial.
El homosexualismo es visto de diferentes formas. Algunos dicen que es una enfermedad; otros dicen que se hace y los más apegados a las escrituras advierten que es un gran pecado. Así lo reconoció el arzobispo de Panamá, José Dimas Cedeño, cuando inauguró la XII Asamblea Nacional de Pastoral Familiar, que finalizó ayer en la ciudad de Chitré.
No hay duda que existen muchos movimientos mundiales a favor de los matrimonios de personas del mismo sexo, pero existen también personas que deploran que esto se concretice porque va en contra de los mandamientos de Dios.
Cedeño reaccionó a la propuesta que promueven ciertos grupos denominados Hombres Nuevos. Ellos quieren llevar la discusión a la Asamblea en septiembre para legalizarlo todo.
Es contrario a las leyes de la naturaleza que dos personas pretendan formar una familia, por ello el alto representante del catolicismo panameño lo calificó como algo inconcebible e inaceptable.
El arzobispo Cedeño, quien preside la Comisión Nacional de Pastoral Familiar, pidió a los panameños que tengan las ideas bien claras y que no permitan que "ideas extravagantes" entren a formar parte de nuestra legislación.
Todo proyecto que entre a la Asamblea Legislativa debe reunir requisitos indispensables que contribuyan con el desarrollo social del país, lo contrario es inaceptable. Si estas personas quieren derechos, están pidiendo de más, pues ya cuentan con las garantías como ciudadanos panameños.