A ORILLAS DEL RIO LA VILLA
No se respeta a la naturaleza
Santos Herrera
Con el advenimiento de la Revolución
Industrial, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, se hizo ostensible
de qué manera las fuerzas del capitalismo se desarrollaron al compás
de una economía cuyo factor esencial, su palanca propulsora, era,
en gran medida, el lucro en su forma más cruda y más inhumana.
Se abrió paso, en forma más acelerada, a la llamada "economía
de mercado" y en la cual se hacía patente que la ganancia y
sólo la ganancia era la única palanca para acrecentar, más
y más, enormes capitales improductivos desde el punto de vista social.
En este área, fue notoria la presencia y el papel que jugaron los
ideólogos y panegiristas, de un sistema de vida que hacía
al hombre enemigo del hombre; que lo convertía en un instrumento
al servicio de un modo de vida que echaba a un lado la pureza de los sentimientos
más elevados del hombre y que levantaba un altar el poderoso dios
Moloch.
Lo que sí es condenable es el mal uso que se le ha venido dando
a un modo de producción en donde los beneficios van a parar, casi
en su totalidad, a manos de una irrisoria minoría de personas. Y
lo deseable hubiese sido -y lo sigue siendo- que si la sociedad en su conjunto
es la que produce todos los bienes materiales, pues que sea la sociedad
en su conjunto la que disfrute y se beneficie de este gran esfuerzo colectivo
en el proceso de producción. El trabajo de todos implica moral y
legalmente el beneficio para todos. Sucede, entonces, que la actual sociedad,
seducida por una supuesta abundancia para todos, contempla el desagradable
espectáculo de que se acelera la producción de bienes sin
tomar en cuenta que se están desperdiciando recursos naturales de
todo género. Se depreda a la Naturaleza y se le somete a una especie
de lastimosa degradación. Cuando hay exceso -supuesto exceso- de
bienes de consumo, pues simplemente se echan al mar o son incinerados, en
tanto que millones y millones de personas pasan las de Caín al no
poder disfrutar de las cosas buenas de este Paraíso Perdido que es
nuestra actual civilización industrial. Cuando la gente se percata
de que esta brecha entre gente muy rica y gente muy pobre se hace más
y más grande, entonces su reacción puede ser la de responder
en forma violenta.
Interesa precisar de qué modo la moderna civilización industrial
no solamente está degradando a la Naturaleza sino también
al propio hombre. Las llamadas "cumbres" para combatir la pobreza
y el hambre son sólo reuniones muy formales en donde los jefes de
Estado sacan el cuerpo en lo relativo a responsabilidades en esto de degradar
el planeta y de intoxicar la atmósfera terrestre sin otro resultado
que el de simples y formales promesas. No hay en todo este conjunto de posiciones
algo que pudiésemos llamar moral o compromiso a manera de imperativo
ético. El máximo provecho, la ganancia crematística
en estado superlativo está haciendo de la Tierra un verdadero páramo,
y al hombre, un simple objeto, una simple mercancía de cambio.
|
|
AYER GRAFICO |
El Presidente Roberto F. Chiari asiste a la inauguración de Televisora
Nacional. |
|