Brooke Alfaro se siente mejor que nunca. Volvió al ámbito pictórico. Está en una etapa de perfeccionamiento de su arte, lo cual cree que le tomará buen rato, pues es perfeccionista. Nunca está satisfecho con su obra. Le cuesta soltarla.
Se siente autorrealizado, pero cree en la importancia del crecimiento permanente para ser cada vez mejor, pues de lo contrario el destino irremediable será el estancamiento y él no es amigo de la inercia.
Brooke ya frisa en los 60, pinta con tesón, con todo su corazón, tanto como puede. Quiere recuperar el tiempo que le robó a una pasión a la que no le había dado el sí formal. Se embarcó en la aventura de navegar por el mundo del arte pictórico, cuando ya casi entraba en los treinta.
Aconseja seguir el llamado del corazón, cuando tu vocación es la que te reclama los resultados saltan a la vista. Eso le ha demostrado la vida. Se ha abierto paso con la pintura. Su arte está bien cotizado en Panamá y el exterior.
No pinta por encargo. Eso sería como andar con una camisa de fuerza.
Guillermo Trujillo es uno de sus mentores, amigo y colega de la plástica. Siente por él, respeto, admiración y agradecimiento.
Obras recientes de Brooke Alfaro se exhiben en el Museo de la Biodiversidad hasta el 21 de octubre, en el marco de la 8.o Bienal de Arte.