La verdad no está en quien se cree más astuto o sagaz para afrontar el momento presente, sino en la fidelidad y el compromiso que se tiene a la hora de rendir cuentas. Por eso, la Palabra de este domingo nos invita a elegir el bien antes que estar de parte de los defraudadores y explotadores. Se trata de una elección que va unida a la oración.
Si se es fiel en lo poco, se es fiel en lo mucho.
Estamos de frente a una parábola que muestra la realidad que de una u otra manera se da en nuestro diario caminar. En el centro está el comportamiento del administrador llamado por el amo a dar cuentas por su comportamiento incorrecto. Rápidamente él logra organizar su futuro con gestos diligentes y astutos a su favor. A partir de esta situación, Jesús ofrece algunas reflexiones para la vida de la comunidad. Se siente la necesidad de ser fieles.
Si la fidelidad tiene valor para conquistar la confianza humana, con mayor razón es necesaria en la experiencia de ser discípulos de Jesús.
El amor a las riquezas, al poder y el amor propio han sido la caída de muchos. Algunos trabajan muy duro para triunfar en sus vida al costo de su propia salvación. Convierten el dinero en un dios falso que no los puede salvar sino condenar. Las riquezas de este mundo no son realmente nada comparadas con las riquezas de la vida eterna, por eso si un hombre no puede dar buena cuenta de la poca fortuna que recibe aquí, es muy difícil que pueda recibir más, ya que esto es la causa de su infortunio espiritual. El problema con el hombre rico es que se vuelve obsesionado por el dinero, hasta tal punto que se olvida del Reino de los Cielos.
Tomado de la Revista Vida Pastoral de la Sociedad de San Pablo Año 35 - No. 127
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