El patrón sigue siendo el mismo: diferencias que acaban en discusiones, luego vienen los gritos y después la agresión física que no pocas veces ha terminado en homicidios.
Aunque éste no es el caso de Lucila Mariscal, quien llegó procedente de Capira al cuarto de Urgencias del Hospital Santo Tomás, después que su marido la cortó en la mano izquierda después de discutir con ella.
Lucila se recupera de la herida, mientras su marido está prófugo de la justicia. Según expertos, lo más probable es que todo acabe en el otorgamiento de una boleta de protección que al final de cuentas no protege a nadie.