Cuando alguien hace un favor no debe esperar que le den las gracias. Se ayuda a alguien, porque se quiere y se siente. Sin embargo, hay personas cuya reacción ante los actos de buena voluntad le quitan las ganas a uno de colaborar con ellos. Se trata, sencillamente de que son unos malagradecidos.
Aunque parezca una contradicción que uno no quiere que le agradezcan cualquier apoyo que se brinda, también molesta que la persona beneficiaria no aprecie las cosas que se hacen por ella y te ponen a meditar si vale la pena prestarle ayuda la próxima vez.
Las personas de buena voluntad superan ese tipo de actitudes negativas y de seguro pondrán en vigor el refrán que dice: haz bien y no mires a quien. Al final, habrá personas que aprecien lo que se hace por ellas y lo importante es ayudar.
Ayudar al semejante hace sentir bien a cualquiera. Que los malagradecidos que pululan por doquier no lo hagan sentir mal.
En esta vida hay que ser agradecidos, por mera cortesía si alguien te hace un favor, por mínimo que este sea, hay que decir gracias.
Es como decir buenos días, buenas tardes o buenas noches. Son reglas básicas de urbanidad que se enseñan en el hogar.
Sin embargo, hay personas que sienten o piensan que el resto de la humanidad deben hacer todo por ellas y al final ni un muchas gracias brindan.
Peor aún es cuando estos mismos elementos que se han visto beneficiados con la buena voluntad del prójimo, les responden con traición y puñaladas por la espalda.
Ese tipo de elementos deben corregirse, porque en el fondo ponen de manifiesto que no recibieron una buena educación en sus casas ni en la escuela a la que asistieron. La próxima vez no se sea tan malagradecido y al menos diga "muchas gracias".