En una reciente visita a una policlínica para una consulta médica, pudimos ser testigos de una escena en la que una mujer extranjera causó un escándalo en la sala de espera. �El motivo? Quiso colarse en la secuencia de pacientes.
La señora pensó que al gritar más o se mostrara más desesperada, el personal médico y el resto de los pacientes le permitirían meterse en el consultorio y ser atendida antes que decenas de personas que habían madrugado y llevaban horas esperando. No tuvo éxito, y tuvo que irse refunfuñando.
Luego de lo ocurrido, todo el mundo quedó comentando el hecho y reprochando la conducta de la extranjera. "�Qué se cree esa tipa?", decían.
Sin embargo, lo que ella hizo es un espejo en el que todos los panameños deberíamos mirarnos, porque �Cómo nos gusta colarnos en las filas del cine y de las oficinas públicas!
Nos queremos colar en todos lados. Nada más hay que ver como muchos de nosotros conducimos por las carreteras.
Colarse en donde podamos forma parte integral de la cultura del "juega vivo" que tanto criticamos, pero siempre practicamos. Esto lo vemos cuando estamos en la fila del cine y nos encontramos con alguien que medianamente conocemos, pero que saludamos efusivamente y nos juntamos con él, solo porque está entre los primeros puestos.
Hay algunos que llegan a ser realmente descarados en las filas de cine, dandose el lujo de llamar a un grupo de 4, 5, 6 y más personas en su lugar, en perjuicio de las decenas de cinéfilos que también quieren su puesto.
�Ah!, pero colarse deja de ser bueno cuando nos lo hacen a nosotros. El problema es que casi nunca nos quejamos. Dejamos que la gente se nos cuele campantemente. Es por eso que situaciones como la que se dio en aquella policlínica son tan llamativas, ya que en esa ocasión, la gente no se dejó "conguear".