¡Papa, Bolívar y jaleo!

Pero Francisco advirtió además que la cultura de mayor transparencia, no solo es un reclamo a los gobiernos, sino que incluye al sector privado y a la población.
¡Papa, Bolívar y jaleo!

¡Papa, Bolívar y jaleo!

Por: Juan Pritsiolas Crítica -

El primer discurso de Francisco en Panamá duró 10 minutos y estuvo lleno de simbolismos. Fue en la plaza de los Libertadores del Palacio Bolívar y como mudo espectador tenía a su espalda un busto del militar y político venezolano Simón Bolívar. Todo eso en medio de la crisis que recrudece en el país del Arauca Vibrador.

El Santo Padre resaltó que comenzaba su peregrinación en este histórico recinto donde Simón Bolívar, afirmó que «si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino”.

"Panamá está llamado a velar a cumplir su vocación de ser tierra de convocatorias y encuentros", agregó Francisco en un discurso –con problemas en el sonido- pero aun así fue aplaudido tres veces por cerca de 600 asistentes entre políticos, religiosos, sindicalistas, niños de un coro, militares, periodistas, empresarios y funcionarios.

Antes, el mandatario Juan Carlos Varela –quien se reunió a solas por 40 minutos con Francisco- destacó que el mensaje papal nos recuerda que Panamá está llamado a jugar un rol a nivel global como promotor de la paz, el diálogo y el respeto entre los pueblos. El presidente también evocó a Bolívar.

No se descarta que Panamá –con una gran población de venezolanos- sea un país clave a la hora de una salida a la pugna entre el chavismo y oposición que se complicó con un gobierno duplicado: el de Nicolás Maduro y el de Juan Guaidó y que da luces de un pronto desenlace.

En la tarde –en su primer contacto con la juventud en la cinta costera- la delegación de venezolanos se activó y desplegó una inmensa bandera y gritaba el nombre del país ante el paso del Papamóvil.

En su discurso, el guía de los católicos también instó a los que tienen liderazgo en la vida pública, llevar una vida conforme a la dignidad y autoridad que revisten… deben vivir con austeridad y transparencia… una vida que demuestre que el servicio público es sinónimo de honestidad y justicia, y antónimo de cualquier forma de corrupción.

Pero Francisco advirtió además que la cultura de mayor transparencia, no solo es un reclamo a los gobiernos, sino que incluye al sector privado y a la población.

El prelado también instó a desafiar las miopes miradas cortoplacistas que, seducidas por la resignación, la avidez, o presas del paradigma tecnocrático, creen que el único camino posible se transita en el «juego de la competitividad, [de la especulación] y de la ley del más fuerte donde el poderoso se come al más débil»

Para el Sumo Pontífice, también es imposible pensar el futuro de una sociedad sin participación activa, educación de calidad y trabajos dignos, que son el mejor antídoto ante cualquier tipo de tutelaje que pretenda recortar la libertad y someta la dignidad ciudadana, especialmente la de los más pobres.

Selfies, pero no hubo agua bendita

Cuando el vicario de Cristo entró y salió del Palacio Bolívar, centenares de improvisados fotógrafos querían captar el momento. El jefe del Senafront, Erik Estrada, reemplazó el fusil para captar al Papa en su celular. A su lado observaban el “espía” Rolando López y el director de la Policía Nacional, Alonso Vega Pino. Un señor a la diestra del periodista Guillermo Antonio Adames le regaló un suéter a Francisco y un sindicalista compañero de Genaro López mostraba un rosario.

Los diputados estaban agrupados en el mismo sector de la plaza de los Libertadores como esperando la bendición de Francisco que avanzaba escoltado por Varela. El presidente del PRD, Benicio Robinson se trepó a una silla para tener un mejor panorama. "Beby" Valderrama estaba un poco apartado, pero Raúl Pineda y Crispiano Adames andaban en dupleta. El Papa no roció agua bendita, ni exorcizó… solo repartió sonrisas.

Casi a las 10:50 a.m. abandonó el área y caminó unos 100 metros hasta la iglesia San Francisco de Asís, para reunirse con los obispos centroamericanos.

En torno al parque Bolívar se agruparon chicos de Uruguay y Argentina que con una animada batucada gritaban: "¡queremos ver al Papa…queremos mate!". "¡Yo quiero un abracito de Francisco!", vociferaba una guapa jovencita con evidente acento “rioplatense”.

En su encuentro con los obispos, Francisco les pidió “robarse” a los jóvenes a la calle antes de que sea "la cultura de muerte la que, vendiéndoles humo y mágicas soluciones, se apodere y aproveche de su imaginación".

El Pedro de nuestros tiempos lamentó que "son muchos los jóvenes seducidos con respuestas inmediatas que hipotecan la vida" y que "se encuentran sumergidos en situaciones altamente conflictivas y de no rápida solución…como la violencia doméstica, feminicidios, bandas armadas y criminales, tráfico de droga, explotación sexual ".

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Pero también emplazó a los pastores a no estar lejos del sufrimiento de su pueblo…porque el corazón de un cura se mide por su capacidad de dejarse conmover frente a tantas vidas dolidas y amenazadas.

Francisco resaltó la figura del arzobispo “mártir” Óscar Arnulfo Romero que expresó “amor con sabor a pueblo, sin ser ideólogo ni ideológico.

En su encuentro con la jerarquía eclesial de la región, el Papa se refirió a los hogares resquebrajados por un sistema económico que no tiene como prioridad las personas y el bien común, sino que hizo de la especulación “su paraíso” desde donde “engordan” sin importar a costa de quién.

“Vuestros pueblos no son el “patio trasero” de la sociedad ni de nadie. Tienen una historia rica que ha de ser asumida, valorada y alentada”, expresó el vicario de Cristo.

Además abordó el problema de la migración que tiene muchos rostros jóvenes, que no temen arriesgar y dejar todo con tal de ofrecer el mínimo de condiciones que garanticen un futuro mejor y ante ello, la Iglesia puede ofrecer esa hospitalidad fraterna y acogedora para que las comunidades de origen y las de destino, dialoguen y contribuyan a superar miedos y recelos.

En su reunión con los obispos centroamericanos, el papa Jorge Mario Bergoglio se apartó del discurso para bromear que durante su recorrido por las calles de Panamá ha visto dos veces a una viejita de su edad o más, pequeñita, delgadita, que anda con un letrero de cartón que dice: “Santo Padre, los ancianos también hacemos líos”. ¿Cómo no adorar a este pueblo?, exclamó emocionado.

Un contacto de dos minutos

Al concluir la cumbre eclesiástica, Francisco se fue hacia la muchedumbre extasiada, besó a dos bebé y entre el tumulto uno de éstos lloraba, la seguridad hacia lo que podía para proteger al enviado de Dios, pero qué va.

Alguien le pasó a Francisco un pintoresco sombrero guatemalteco con ruchas de colores, frutas tropicales y hasta un bombillo plástico de roseta. La brisa le levantó la muceta, el Papa se quitó su solideo (gorro), y le volvieron a pasar el sombrero rumbero que solo demoró ahora segundos en su cabeza, porque un SPI lo devolvió al dueño; la gente estiraba su mano para tener su contacto espiritual. Yo filmaba todo ese jaleó a pulgadas de la espalda del Santo Padre, pero la escolta panameña no me empujó ni bloqueó en ningún momento, quizás pensaba que era del Vaticano…no sabían que trabajaba para un diario de crónica roja.

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