Camino a la dictadura
Todo parece indicar que existe un plan muy bien orquestado, desde las altas esferas del poder político, para mantener el continuismo de los actuales gobernantes más allá del 2019.
Solo así puede explicarse el inoportuno llamado a asamblea constituyente hecho por el actual gobierno, que en la práctica busca deslegitimar y aislar a los representantes políticos de un órgano del Estado, con el fin de impedir la conformación de una alianza electoral partidista que derrote las pretensiones del oficialista de seguir gobernando.
Al margen de las críticas ciudadanas a los actuales integrantes de la Asamblea Nacional, debemos estar claros de que este órgano del Estado es un vehículo de formación de la voluntad popular, expresada en las urnas.
Si el pueblo panameño ha escogido mal a sus representantes legislativos, tiene la oportunidad, en los próximos comicios, de votar por hombres y mujeres que honren ese voto de confianza depositado en ellos.
Otra cosa es fomentar una guerra entre Órganos del Estado, en la que el Ejecutivo, representado por el actual presidente, lleva ventaja, para asfixiar mediática y económicamente a la Asamblea Nacional, al no refrendarles contratos, con el evidente fin de arrodillarla políticamente e impedir que juegue un papel crítico e independiente, como el que ha jugado últimamente y que desde el principio debió hacer.
Pero ahí no termina todo. El otro as bajo la manga es la asamblea constituyente sacada del sombrero, que sería la alternativa legislativa, en caso de que el gobierno decida cerrar la Asamblea, ‘por corrupta’, medida extrema y que seguramente desatará protestas callejeras con resultados imprevisibles, pero en todo caso, negativos para el país.
Que Varela no juegue al aventurerismo político. La democracia necesita de los tres órganos clásicos, que trabajan separados, pero en armónica colaboración, y no de injertos inoportunos para perturbar las elecciones, como sería el llamado a una constituyente en medio de las elecciones. Eso sería caminar a la dictadura.