Opinión - 13/6/11 - 08:46 PM

Un pueblo solidario

Por: Yadíra Roquebert -

Rolando no había podido conciliar el sueño por más de 20 horas.   Regresa a casa justo unas horas antes del partido  de fútbol entre Panamá y Estados Unidos.  Esperaba  descansar un poco antes del encuentro.  Morfeo lo seguía, pero surgían uno y otro inconveniente que le impedían dejarse abrazar.   Sin embargo en él crecía,  la tensión  por el juego que se transmitiría en poco tiempo.

El sueño y el cansancio que sentía se fueron transformando en emoción, suspenso y drama, sentimientos que empezaron a acentuarse cada vez que transcurrían los minutos, mientras el onceno panameño jugaba con gran destreza frente al coloso del norte, que por años ha mantenido la hegemonía del área.

Durante los 94 minutos con 30 segundos que duró el partido, pues no llegaba el momento en que el árbitro diera el pitazo final, la ciudad se paralizó como en los tiempos de Roberto Durán. Los panameños se concentraron y disfrutaron, a un lado se quedaron los temas económicos y políticos.

En Tampa, una marea roja respaldaba a los canaleros que jugaban sin temor, inspirados en la igualdad, con la esperanza y tenacidad que surge del convencimiento de lograr el triunfo.

Ante la mirada de miles de fanáticos, con expresiones de alegría y otros de tristeza, pues no asimilaban lo que estaban observando, el equipo panameño lograba paso a paso, con humildad, buscar la identidad de un juego, que en otrora lo ubicaba como la cenicienta de la región.

Los triunfos que alcanza nuestra representación en la Copa de Oro, y que esperamos se sume el de hoy, frente a Canadá, es una enseñanza, pues cuando crees en ti, puedes tocar el cielo con las manos, y en mi Panamá, el país de las oportunidades, nación abierta a quienes desean producir, es muestra de que cuando hay fe se logran metas.

Esta victoria, primera en todos los encuentros entre ambas naciones, se constituye en un hecho histórico, y se logra a través del deporte, que viene a ser el aliado de los padres, pues rescata a la niñez y a la juventud del ocio.

Al final, los panameños celebraron y los norteamericanos se retiraron cargando la derrota. Y como inicié esta columna, Rolando logró descansar, y así como él muchas otras personas que frente a las circunstancias, priorizaron el respaldo moral al equipo panameño, demostrando una vez más que somos un pueblo solidario.

 
 

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