Thiago Silva, el fuerte defensor brasileño que estuvo a semanas de morir

El capitán de Brasil, Thiago Silva, ha sido quizás el mejor defensa central del Mundial de Rusia 2018, junto con el uruguayo Diego Godín.
Thiago Silva sueña con levantar la Copa del Mundo en Rusia, un país donde estuvo cerca de perder la vida. Foto EFE

Thiago Silva sueña con levantar la Copa del Mundo en Rusia, un país donde estuvo cerca de perder la vida. Foto EFE

Cuatro años después de que Brasil quedó humillado en su Mundial, Thiago Silva ha recuperado su mejor forma en Rusia, un país donde su carrera, entonces ascendente, estuvo cerca de truncarse hace tiempo.


El central de 33 años, apodado el “Monstruo” por sus formidables capacidades físicas, está jugando probablemente en su última Copa del Mundo. Hasta ahora, ha tenido un torneo casi perfecto.


Mientras que Neymar ha sido blanco de todo tipo de comentarios negativos por su comportamiento en la cancha, la conducta de Silva ha sido irreprochable. El capitán ha sido quizás el mejor defensa central del certamen, junto con el uruguayo Diego Godín.


Al igual que Uruguay, Brasil ha recibido sólo un gol en Rusia, a balón parado durante su primer encuentro del Mundial, un empate 1-1 ante Suiza. Y los rivales de la Selecao han realizado sólo cinco disparos a puerta durante sus cinco partidos ante los pentacampeones mundiales.


Silva ha desempeñado un papel protagónico para que Brasil consiga esas estadísticas destacadas. Ha apuntalado la defensa con autoridad y clase.


Durante la victoria por 2-0 sobre México que colocó a la Verdeamarela en los cuartos de final por séptima ocasión consecutiva, Silva fue decisivo tanto en los centros como en las pelotas rasantes. Tapó varios disparos y realizó un par de despejes acertados.


“Me da una gran alegría hacer una excelente Copa y crecer en cada partido”, dijo Silva. “Estoy contento por mi desempeño y el del equipo”.


Originario de Río de Janeiro, Silva pasó penurias a raíz de la paliza de 7-1 que Alemania le recetó a Brasil en el Mundial pasado. Silva no jugó aquel encuentro en Belo Horizonte por encontrarse suspendido, pero fue duramente criticado. Muchos lo compararon con un niño llorón, tras aparecer en lágrimas antes de una tanda de penales ante Chile en los octavos de final.


Después del torneo, el nuevo técnico Dunga lo despojó del brazalete de capitán. Fue excluido de la alineación habitual luego de la Copa América de 2015. Volvió de ese exilio en septiembre de 2016 para la eliminatoria mundialista, convocado por Tite, el sucesor de Dunga.


Todos esos altibajos profesionales fueron poca cosa, comparados con lo que Silva vivió en 2005, cuando pasó unos seis meses en un hospital moscovita. Considerado en aquella época uno de los zagueros más promisorios del mundo, Silva jugaba entonces con el Dynamo de Moscú, cedido a préstamo por el Porto junto con varios compañeros.

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“Fue probablemente el peor episodio de mi vida”, comentó Silva.


Durante un entrenamiento en Portugal, el médico Yuri Vassilkov, quien había viajado con el equipo, notó que Silva tenía una tos persistente.


“Tenía fiebre, y pensamos que era un simple resfrío”, dijo Vassilkov esta semana, durante una entrevista con el diario L’Equipe. “Le di algunos medicamentos, pero no mejoró. Yo estaba un poco preocupado, y le pedí que se realizara análisis en el hospital británico en Lisboa. El diagnóstico fue terrible: tuberculosis. Yo estaba conmocionado”.


Vassilkov explicó que el diagnóstico llegó con tanta demora que Silva estuvo a semanas de morir.


Se le llevó de vuelta a Moscú, donde quedó internado en un centro especializado en este padecimiento. En aquella época, Silva no hablaba inglés ni ruso, y se sumergió en la depresión.


“El frío, la falta de luz natural, el hecho de que yo no podía hablar con nadie... todo eso fue muy difícil de manejar”, recordó Silva en una entrevista con la revista belga Sport/Foot.


Los médicos rusos llegaron a contemplar la posibilidad de extirparle parte de sus pulmones. No lo hicieron, pero Silva sobrevivió y se recuperó plenamente. Jamás jugó un partido con el Dynamo.
Todo ello no es ahora sino un mal recuerdo.


“Aquello pudo haber terminado con mi carrera. Necesité de ángeles guardianes que me rescataran”, indicó. “Este año, me sentí algo abrumado en un partido amistoso que jugamos contra Rusia.

"Ahora es diferente para mí jugar ahí. Espero que pueda borrar todo eso alzando la Copa del Mundo”.

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