Las distintas manifestaciones públicas protagonizadas las últimas semanas por estudiantes, profesores y padres de familia, por tener mejores condiciones para impartir clases en las escuelas oficiales, muy a pesar del comprensible enojo del ministro de Educación, Dr. Juan Bosco Bernal, son muy positivas.
La educación explica en un alto porcentaje, la desigualdad de ingresos existentes en el país. La falta de una adecuada formación, hace que mucho de los estudiantes de las comunidades populares, no puedan posteriormente, competir con éxito en el mercado laboral, truncando peligrosamente la deseada movilidad social.
Las investigaciones sobre el tema de igualdad de oportunidades, apuntan hacia la necesidad de compensar al estudiante de escasos recursos económicos, por los problemas que debió enfrentar durante su adolescencia. Es decir, subsanar en alguna medida a los más desvalidos, no sólo por haber crecido en un entorno menos propicio, sino que además, por haber sido dotados con menos facilidades para desarrollar sus habilidades.
Por ejemplo, existen estudios hechos en Chile y Argentina, que comprueban científicamente que el capital de la escuela, como el recurso humano y las condiciones físicas, tiene una importante influencia en los resultados, más allá de los condicionamientos económicos y sociales.
En otros términos, si bien los niveles socioeconómicos condicionaban el desempeño de los alumnos, no sería un factor determinante e irreversible, ya que si las escuelas son mejores, los resultados también lo son.
De aquí que para muchos, la gran cantidad de fracasos de los estudiantes que intentan ingresar a las universidades, es un problema que empieza más abajo.
