Una de las funciones del Movimiento Olímpico es "tomar medidas para evitar que corra peligro la salud de los atletas". Eso está claramente establecido en la Carta Olímpica.
En el capítulo 4 de la Carta se dice que los Comités Olímpicos Nacionales "velarán por el respeto a la Carta Olímpica...".
Cito la Carta porque, como se sabe, el atleta de salto de longitud, Irving Saladino, de Colón, entrenó en malas condiciones de cara a los Juegos Olímpicos. Y, como cualquier ser razonable sabe, cuando un atleta practica en instalaciones deportivas inadecuadas, puede correr el riesgo de sufrir una lesión, lo cual pone en peligro su salud.
En aquella ocasión, los dizque devotos del movimiento olímpico jamás invocaron la Carta, para que "se tomarán medidas para evitar que corriera peligro la salud del atleta".
Ya todo pasó y el presidente del Comité Olímpico de Panamá (COP), Melitón Sánchez, dice que jamás vamos a comprender... �Qué quiere él que comprendamos?
Pero quien sí habló claro fue el entrenador Florencio Aguilar, quien dijo que luego de los Juegos de Atenas se le debe dar seguimiento a Saladino, de 21 años de edad, para que desarrolle más y así se obtengan mejores resultados de él (en eso deben estar pensando el futuro director del INDE, los señores del COP y otros dirigentes, en darle seguimiento a las jóvenes promesas del deporte nacional de cara a futuras justas deportivas).
Aguilar, quien como atleta compitió en los Juegos Olímpicos de Los Angeles en 1984 y Barcelona 1992, también expresó que, si se quieren obtener buenos resultados es dinero lo que hay que invertir y, aunque le agradeció dos viajecitos al COP, concluyó diciendo que para un atleta del nivel de Irving la preparación y la alimentación fue muy mala.
Si las leyes en este país se aplicaran como deben ser, algunos dirigentes estarían fuera de sus puestos, pero lástima que las leyes en Panamá sólo se las aplican a los débiles, pobres y pendejos.