La comunidad de La Locería es un lugar seguro pero, a veces, algunas personas de mal vivir vienen de los vecindarios aledaños para cometer fechorías en esta zona de clase media.
Pegado a la zona marginada de Brooklincito, La Locería ha sabido colocarse a buen recaudo de los problemas habituales que sufren otros barrios capitalinos.
SE IMPONE LO MEJOR
Los vecinos viven en calles limpias, y aunque a veces los piedreros y recicladores rompen las bolsas de la basura, usualmente se nota el orden en los tinacos.
Carlos González, un comerciante con más de 35 años de residencia en este poblado, aseguró que la zona es tranquila, donde todavía se puede vivir en paz.
"La Locería también ha dado personalidades y deportistas como el luchador Arturo Porta, que representó a Panamá en las Olimpiadas de Seúl, donde desempeñó un buen papel", sostuvo.
ESCUELAS Y COMERCIOS
Hermelinda Zúñiga, que ya pasó las cuatro décadas viviendo en La Locería, no se quiere mover de aquí, porque siente calor humano en esta comunidad.
"Tengo 43 años aquí y durante todo este tiempo este barrio ha progresado, hasta llegar a ser lo que es hoy; con una escuela primaria, un colegio grande (Fermín Naudeau) y mucha actividad comercial", expresó.
Según la chiricana Juana Jaramillo, que recientemente se mudó a la casa de su cuñada, aquí no hay los problemas sociales que se observan en otras comunidades.
"Yo llegué en 1972, y desde entonces no me he movido, porque me gusta este vecindario, donde tengo hecha toda una vida", precisó Anselmo Stevenson, un residente pensionado.