Tras escuchar el fin de semana pasado los nuevos planteamientos del gobierno sobre un plan de seguridad ciudadana, de boca del Ministro de Gobieno y Justicia, Daniel Delgado Diamante, era de esperarse que la reacción generalizada de cualquier panameño fuese de incredulidad.
Después de todo, Delgado Diamante comenzó admitiendo que en los últimos tres años que hemos sido gobernados por la administración Torrijos, el índice de criminalidad ha aumentado, y que la gente ya no cree que la Policía Nacional y el resto de los estamentos de seguridad puedan (o quieran) hacer algo al respecto.
Pero en esta ocasión -en que el Ministro promete 5 cárceles nuevas, más agentes en las calles y mecanismos para integrar a las comunidades en la lucha contra el delito- la incredulidad añade un elemento del que todo panameño que sige las noticias se ha dado cuenta: sólo quedan dos años de gobierno, y la coyuntura es sumamente parecida a los tiempos en que la administración Moscoso anunció la famosa "Mano Dura".
O sea, que la percepción ciudadana en torno a la próxima fase del plan de seguridad ciudadana es que se trata de una movida política desesperada del gobierno, cuyo slogan de "más seguridad" ha sido su gran promesa incumplida.
Las pandillas aterrorizan las barriadas humildes de nuestra ciudad capital, mientras algunos extranjeros ilegales de dudosa reputación entran y salen del país como Pedro por su casa, y todo esto se ha agravado ante la ineficiencia -o indiferencia- de este y los anteriores gobiernos.
La gente sencillamente ya no cree. Cuando se le preguntó a Delgado Diamante sobre cómo podría hacerse para extender este plan al próximo gobierno, no tuvo respuesta. Lo que sí sabemos todos, es que le queda muy poco tiempo al gobierno para hacer que le creamos sobre la seguridad.