La agricultura es una profesión sacrificada que a pocos les gusta ejecutar, de allí logro alcanzar los datos de el por qué los productos de la canasta básica familiar han subido tanto.
El sol que altraja su piel define la vida aún en los parajes mas apartados e inhóspitos del planeta. Ese precio alto que tenemos que pagar, convertido en una fuerte y agobiante de las peores pesadillas para nuestros bolsillos se debe a que esta labor es seleccionada unitariamente en el conjunto universo de muchos. El panorama casi siempre se presenta para el con las tentadoras señales perturbadoras en su trabazón irreverente con el tiempo. No se puede cantar aleluya, frente a lo inaudito, de allí las frecuentes pérdidas sufridas a causa de las calamidades traicioneras de la época que con anuencia se presentan cargados de extrañas dificultades.
Otra situación negativa que acusa recibo es la pobreza del terreno que progresivamente se puede corregir aplicando los agroquímicos caros que en bloques se denominan insumos, amén de otros compuestos para frenar la agresiva invasión de los insectos que tratan a todas luces de diezmar sus loables esfuerzos.
Tibios anocheceres y frescos amaneceres saludarán el entierro de la simiente, hasta que un día romperá vigoroso el embrión saludando el mundo con pronunciamientos primorosos diciéndonos que en un futuro no muy lejano se convertirá en calorías prolongando la vida animal. En ese ciclo multiplicador, secundador de las tareas agrarias es de rigurosa necesidad los sostenes de precios y los incentivos en casos de pérdidas motivados por acontecimientos inesperados y fortuitos. Pero me aferro a una certeza, las ferias libres son necesarias, es allí donde él recibirá con liquidez el fruto de su trabajo, gobernado por las fuerzas elementales y causales de sus criterios afianzados, como único medio de hacerlo feliz en un ambiente de inseguridades y desdichas.