Nacido como otros frutos de la Conquista, ellos te vieron al pasar hacia su rumbo emprendedor e inaudito, y luego de su estancia en el Alanje promisorio, regresaron ostentosos a las sabanas orientales de ríos y arenas.
****************
Allí encontraron las corrientes cristalinas del Félix, que serpenteando por montañas y laderas, atravesaba libre y caudaloso, exuberantes llanuras de bosques y verdes pastizales para entregarse en el Pacífico, el que Balboa antes bautizara.
*****************
Pretendiente advenedizo de otros lares, Cacho de Santillana, el español intrépido y osado, en el noviembre lluvioso, aquel bien escogido, consagró el génesis de los suyos y de los nuestros.
****************
Desde el ubérrimo caserío de pocas chozas, surge la mezcla inevitable, la religión y la cultura, y cual enjambre celestial emergieron los danzantes, enarbolando con candiles y artificios, la naciente estirpe, indígenas, mestizos, negros y mulatos.
****************
Prontamente otros labriegos araron con sus manos, las vírgenes tierras pródigas de fertilidad y frutos nobles, las frescas aguas y las arenas de tus playas, como un remanso apacible se ofrecieron, la incólume montaña abrigaba en sus entrañas, la abundancia del cobre codiciado.
*****************
Tras el éxodo hispano predestinado, acariciaste el sentimiento y los ideales bolivarianos, degenerado en sangrienta hegemonía liberal conservadora, que convulsionara al Istmo de Victoriano hasta la heroica determinación de nuestros próceres, en otro noviembre, hace ya más de cien años.
*****************
Con la mayoría de edad sobre tus hombros, prosigues, desafiando cuatro siglos de vivencias e infortunios, disfrutas de la cumbia, el tambor y el socavón, y con la mejor alegoría en, cada veinte, se conjugan el beneplácito y jolgorio de tus generaciones.
*****************
Más allá de los años transcurridos, en la añoranza, contemplas el horizonte infinito y el progreso impostergable, cuyas huellas admites con estoicismo y esperanza, por siempre y para siempre, como designios de tu Hado Milenario.
José A. Montilla F.