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Travesuras

Milciades Ortíz | Catedrático

Contrario a lo que dice el viejo refrán que: "Ningún cura se acuerda cuando fue sacristán", yo sí tengo en mi mente las travesuras que hice para Navidad. Advierto que éramos niños sin malas intenciones ni malicias. Hacíamos nuestras travesuras como una expresión de creatividad y para causar un enojo en los vecinos. Esto nos daba sensación de poder... �y nos causaba risas!

Nada de odios ni rencores, y menos maldad para "cobrarnos viejas deudas", como ocurre ahora en algunos casos. Por dicha son pocos, hay que señalarlo...

La "cacería de bolas de Navidad" era la travesura que más me gustaba. Creo que se refería a los sueños de todo chiquillo de "tener buena puntería". En varios de nosotros en Parque Lefevre bullían los deseos de ser "cazadores en el �frica", o perseguidores de bandidos en el viejo Oeste norteamericano.

Mi hermano Orlando y yo con escopetas de balines estudiábamos el terreno, como todos unos estrategas en ataques.

Lo principal era un sitio cercano a un árbol escogido, que evite que nos descubran y con una vía de escape segura.

A tempranas horas de la noche, sin que lo supieran nuestros padres, nos íbamos a la aventura traviesa.

Recostados en el césped tirábamos los balines contra las bolas más grandes del árbol de navidad de los vecinos.

Nos daba alegría "malsana" cuando estallaban en mi pedazos.

Un reto era tumbar o romper el "angelito" colocado en la punta del arbolito. Realmente un tiro difícil...

De otras travesuras todavía me arrepiento y me da bochorno.

Eso de esconder la figurita del Niño Dios, para que no la pongan en el Nacimiento la noche del veinticuatro, era detestable.

Mucho más, poner otra figura en el pesebre vacío, y causar los lamentos de mi madre por ese sacrilegio. Aunque mamá haya muerto hace años, para esta fecha le pido perdón mentalmente...

También le poníamos latas amarradas en el rabo a gatos, para reírnos viéndolos "correr como el Diablo" haciendo ruido.

En Año Nuevo se volcaban algunos tinacos. Pero varias veces nos insultaron porque los vecinos querían evitar esta mala costumbre.

Era más complicado cambiarle las tarjetas a los regalos, para causar confusión.

Y tal vez la más inocente era llamar a los vecinos y cambiando la voz decirles "que tengas malas navidades"... ja... ja...

No sé si sesenta años después, los niños de ahora hacen travesuras para Navidad y fin de año. Ojalá que no sean tan crueles...




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