O eliges una maleta aquí o te quedas sin ella. Porque ya no voy a buscar ninguna más en otro lugar", exclamaba muy enojada la madre de una pequeña de seis años.
En otro almacén un chico quería también su mochila de la marca de moda. No aceptaba una muy práctica, de marca conocida pero a menos precio. Esta escena se repetía por doquier. Una madre tuvo que sacar a su hijo a jalones de la tienda ante la insistencia por la mochila cara.
La temporada de clases se vuelve traumática para muchos padres de familia. Las razones son variadas. Lo cierto es que el año escolar representa un gasto muy importante en la economía familiar del país.
El motivo de que los hijos no comprenden el valor del dinero y del esfuerzo que se hace para proveerlos de los útiles escolares esenciales, causa tristeza en muchos padres.
Por lo general, la mayoría cede ante la exigencias de los muchachos.
Es lastimoso en los hogares donde hay más de cuatro jóvenes que acondicionar para la escuela. Se debe pensar en la carga que significa para el bolsillo de los padres.
Muchos tienen un salario mínimo.
A mí me enseñaron que al colegio se iba a estudiar para el futuro y no a modelar.
No riño con quienes les gusta ir presentables, aseados y bonitos (as). Me refiero a que de nada sirve tener una mochila cara sino aprendes en la escuela.
La recompensa a la voluntad de nuestros padres es que aprobemos los estudios con "tremenda nota".
A pesar de que podamos pagar todas las mochilas de marca, enseñemos a nuestros hijos a tener voluntad para triunfar y salir adelante.
No siempre el que más cosas caras pueda comprar es el que aprecia las enseñanzas de sus maestros.
