Opinión - 25/11/18 - 12:00 AM

JOSÉ DE JESÚS FRANCISCO ZÚÑIGA CHAVARRÍA

Por: José Morales Vásquez vmorales037@outlook.com -

Continuación del artículo “La tierra sustantiva” escrito por Jaime Moreno Villarreal

A cada paso, en sus dibujos se hacen evidentes preocupaciones de escultor: el equilibrio físico, la estabilidad, la amplitud, el estudio de grupos en su dinámica, la definición de luces y sombras según huecos y protuberancias que conforman volúmenes, y aun la horizontalidad con la que el maestro conjuraba (y sostenía) cierto enfático impulso vertical muy suyo. Así, en sus grupos dibujísticos suele mantener una línea horizontal equilibradora, ya sea explícitamente trazada (como en Lavanderas, 1984) o construida por el eje compuesto de las caderas y los vientres de las figuras de pie (como en Grupo de mujeres de pie, 1976), línea que describirá asimismo en sus grupos escultóricos. Otros elementos reiterados de sus esculturas femeninas aparecen aquí y allá en sus dibujos, por ejemplo, el regazo ahuecado por la falda, o la mano que da apoyo al mentón (Dos mujeres sentadas, 1975).

Francisco Zúñiga comenzó su carrera como pintor (Paisaje con niño en rojo, 1948 y Paisaje de Chiapas, 1951) y, a pesar de haber abandonado la pintura en 1954, durante toda su trayectoria se siguió ocupando del dibujo y los valores colorísticos, especialmente a través del pastel y la acuarela. Por ser dibujante muy dotado, Zúñiga pudo hacer de sus apuntes una estación autónoma valorada por los coleccionistas como obra terminada, aunque el maestro insistía en concebirlo como un punto de partida y una guía para obras posteriores.

En múltiples casos el dibujo, la litografía y la escultura están ligadas en cadena (y no necesariamente en ese orden previsible). Por ejemplo, en la gestación de una de sus esculturas más aclamadas, Grupo frente al mar, 1984 -grupo escultórico que obtuvo el primer premio "Kotaro Takamura" en la Tercera Bienal de Escultura de Japón, y del que en esta oportunidad pueden apreciarse dos estudios preparativos, uno en bronce, 1983, y otro en crayón sobre pastel, 1984-. Antecedentes de estas piezas son varias litografías editadas a fines de los años setenta por Jerry Brewster en Nueva York, especialmente Mujeres frente al mar, 1978, de la cual existen dos estados, uno "diurno" y otro "nocturno". Ya aparecen ahí las dos mujeres pescadoras que dan la cara a la brisa marina que agita sus faldas. Falta la figura masculina, pero las complementa una barca vista de proa sobre la que se tiende, como otro horizonte, un largo remo.

La barca desaparece y el remo es recuperado en manos de un pescador con sombrero que complementa el grupo en la versión en bronce de 1983. Esta, a su vez, es estudiada en el dibujo de 1984, en el que se da fuerte definición volumétrica a los cuerpos de las mujeres -una anciana, "la abuela" que aparece en tantos grupos de Zúñiga, y otra mujer seronda de enorme barriga-, en parte mediante el vuelo de sus ropas. En la versión definitiva y monumental, uno de cuyos ejemplares se alza en el Museo Hakone en Japón, el sombrero del pescador ya ha desaparecido. El hombre le da la espalda al mar, mientras que las mujeres parecen desesperar por un viento que presagia tormenta. Esta obra maestra fue concebida, así, tanto en el bulto como en el papel.

CONTINÚA.