Opinión - 30/8/15 - 12:00 AM

La hipocresía con el campesino nuestro

Por: -

Julio César Caicedo Mendieta

Colaborador

La palabra campesino es lo más cajonero en tiempos de política. En Panamá el campo es lo más abandonado de nuestro territorio y el 90% de las tierras aptas para la agricultura no son de los campesinos. Hasta hace cuatro años nuestra ignorancia sobre lo rural a buen ojo de cubero, era igualita al abandono en que se encuentran los campesinos en el campo y el campo mismo. Los gobiernos, exceptuando el de Harmodio Arias Madrid, han pensado del campo de la misma manera que lo hacía el escritor más "alelao" de América Latina mi tocayo Julio… Julio Cortázar: "¿El campo es ese lugar donde los pollos se pasean crudos?".

El 22 de julio del presente fui al Mida de Penonomé para ver cómo podíamos ayudar con un pozo a mi amigo José Ortega, ya que su parcela de limones "persas" si no llueve pronto correrá la suerte de las vacas flacas de Azuero, y nada, para este tipo de siembros no hay esperanzas, se me dijo que solo para ganaderos y soy testigo que no es del todo cierto porque los campesinos (no los ganaderos) están vendiendo sus vaquitas en subastas antes que se les mueran deshidratadas. He podido observar que tanto con las vacas como con los siembros, la mayoría de los que se arriesgan con los granos de maíz, frijoles y algo de arroz, lo hacen a la buena de DS. Los venados por acá están en mejores condiciones que las vaquitas. Las vaquitas no pueden salir de sus cercos resecos, allí esperan la muerte mugiendo a veces, mientras que los venados saltan arriba de los carros de uno en Toro Bravo, La Madera y Las Cuestas, claro ellos pueden ir a las orillas del extenso recorrido de río Grande al río Harino y en todo el camino del salto de Las Yayas, pueden comer pese a la sequía muchas cosas como: pepitas de guácimo, jobos, retoños de chichica, paja seca de faraguales, la jugosa serulaca y hasta las hojas de balo. Mientras que los pobres del campo, se salvan si los anotaron en cien para los setenta y si los hijos que trabajan en Panamá se acuerdan que ellos también comen.

Por fortuna, ya soy miembro conspicuo de un grupo de diez campesinos llamado "Panohec", por sus siglas en inglés, "para no morirnos de hambre en el campo". Con la fe puesta en DS, una buena bomba de agua, la experiencia, la actitud y la edad tenemos calculadas dos cosechas de maíz al año (comenzando con poco). La organización tiene fecha de expiración cinco años, porque ninguno creo, que después de ese tiempo pueda, como decía Bolívar Barrios, "levantar ni las patas". Ahora, hace falta felicitar a las maestras de El Rincón de Las Palmas, camino a Chigoré, que hacen hortalizas con sus alumnos y a varios centros educativos que crían gallinas ponedoras.


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