Opinión - 22/8/15 - 10:30 PM
La ONU y Punta Coco
Carlos Christian Sánchez
Columnista
Tal como lo habíamos advertido, la creación de un penal en una remota isla del Archipiélago de las Perlas traería consecuencias funestas contra el país. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) denunció los abusos que sufren los detenidos en Punta Coco, ubicada a 107 kilómetros al sur de la costa panameña.
Juan Méndez, relator de la ONU sobre la Tortura, indicó que a los prisioneros en Isla del Rey los mantienen con grilletes y condiciones infrahumanas. Cero comunicación y maltratos, en medio del calor agobiante. Solo salen 40 minutos al patio a respirar aire puro, no comen bien, en sus celdas no hay luz eléctrica y se dificulta el acceso hacia sus familiares.
Al escuchar las críticas de la mala atención a los reos en Punta Coco, el mandatario de turno no tardó en despotricar contra la Defensoría del Pueblo y la ONU. De que se atiende bien a los detenidos e invitaba a los medios a visitar el penal improvisado. Igual, eso mismo dijeron en su tiempo varios presidentes norteamericanos que intentaron justificar el aberrante centro de torturas de Guantánamo, en la isla de Cuba. Y luego, admitieron que varios de los supuestos "terroristas" eran inocentes.
Nadie duda de que la delincuencia se adueña de Panamá, pero la instalación en Punta Coco, en donde remiten a supuestos reos de alta peligrosidad, se constituye en una contradicción a quienes esgrimieron que el argumento de la percepción de inseguridad es producto de la imaginación de los ciudadanos o una campaña mediática para vender noticias.
En Panamá no podemos vivir bajo el lema bíblico del "ojo por ojo, diente por diente". Si los detenidos cometieron crímenes o esperan fallos judiciales, es deber de las autoridades brindarles atención adecuada a los mismos. Los privados de libertad no son animales, también tienen derechos humanos. El sistema es el que no madura, prima la represión y el cultivo de más odio.
Las penurias que hacen pasar a los familiares de los reos en Punta Coco, al realizar la larga, peligrosa y costosa travesía hacia Isla del Rey, nos demuestran que Panamá aún vive en el Medievo, en lo referente al trato a los detenidos. Esos hijos de los detenidos en el penal remoto del Pacífico panameño, seguramente son víctimas indirectas de tortura psicológica. Y cuidado seguirán el mal camino si no se endereza el camino o no tienen la presencia de sus padres, ahora presos allá en el horizonte.
La advertencia de la ONU contra Panamá debe servir para rectificar la atención de los detenidos en las cárceles nacionales. Si hay más de 9,000 presos que viven en condiciones infrahumanas, entonces, nuestra sociedad no ha madurado como tal para resocializar a los privados de libertad. El odio y la represión solo generarán más delincuentes. Lo importante es guiar a los condenados hacia la senda del bien y su adaptación para regresar a la vida normal cotidiana.
Larga vida y prosperidad para todos. Saludos, amigos todos.