Opinión - 14/2/18 - 12:00 AM

La Señal de la Cruz

Por: Por: El Hermano Pablo Un Mensaje a la Conciencia -

Cruzando los hondos mares,

después de famosa hazaña

arribó a la Nueva España

don Nuño de Valladares....

La guardia de la nobleza

llena, con sus caballeros,

las calles de los Plateros,

con don Nuño a la cabeza.

De pronto extraña impresión

turbó de Nuño la calma,

que iluminando su alma

miró a Rosa en un balcón....

... con la misma pasión

se cruzaron sus miradas,

cual se cruzan dos espadas

que buscan el corazón.

Se apartó de allí el doncel,

quedando con alma ansiosa,

don Nuño pensando en Rosa

y Rosa pensando en él.

Al mediar un mes de enero,

Rosa sola, en su retrete,

leyendo está este billete

que le escribió el caballero:

«No tiene más luz el sol

que tus ojos, vida mía,

lo juro por mi hidalguía

de cristiano y español....

»Te he visto, ¿por qué te vi?

no merezco tal tesoro,

no quiero amar, y te adoro,

y estoy muriendo por ti....

»Renombre y fortuna loca

te ofrezco, amante, de hinojos,

por un rayo de tus ojos,

por un beso de tu boca.

»Di si me puedes amar,

que al negarme tal ventura

iré a llorar mi amargura

al otro lado del mar....

»En tu balcón, por favor,

respóndame una señal:

una cruz blanca, mi mal,

una cruz verde, ¡mi amor!

»Mañana, al rayar la luz,

no olvides, mi estrella pura,

que buscaré mi ventura

en el color de la cruz».

Y dicen que el noble aquel,

con miedo [y con] alegría,

al brillar el nuevo día

y a sus palabras fiel,

cruzó lleno de pasión

frente al balcón de su amada,

y una cruz verde fijada

vio en la reja del balcón.

Amó a don Nuño la dama,

y de sus tiernos amores,

de sus dichas y dolores

nada nos dice la fama.

Algún cronista asegura

que llegaron al altar,

teniendo siempre en su hogar

riqueza, paz y ventura.

Alguno da por perdida

de esta historia la verdad,

que siempre la humanidad

de lo que pasa se olvida.

Mas la calle no se pierde

en donde Rosa vivió,

pues el pueblo la llamó

la calle de «La Cruz Verde».

En estos versos el romántico poeta mexicano Juan de Dios Peza nos hace recordar aquellos tiempos en que las crónicas tenían un fin agradable y feliz. Tal vez «así no sea la vida», pero a muchos nos gustaría pensar que puede serlo. ¿Y por qué no? La calle que serpenteaba hasta el Calvario en las afueras de Jerusalén, la llamada «vía dolorosa», tampoco ha pasado al olvido. Al contrario, esa calle nos recuerda que Jesucristo, el Hijo de Dios, manchó de rojo una cruz, muriendo en nuestro lugar por el amor incomparable que nos tiene. Y nos recuerda que si nos entregamos a Él de corazón, nos responderá con la señal de esa cruz roja en la que vertió su sangre, y seremos felices con Él por toda la eternidad.