Opinión - 11/2/18 - 12:00 AM

ROBERTO LEWIS

Por: José Morales Vásquez vmorales037@outlook.com -

“Así continuó nuestra existencia durante algunos años sin que de ello podamos

quejarnos hoy. Creo, por el contrario, que las vicisitudes de la suerte nos

hicieron a ambos grandísimo bien. Bajo las necesidades cobró fuerzas nuestro

ánimo, fibras nuestra voluntad, templose nuestra alma al diapasón de los

desengaños y las decepciones, que son el más seguro lote de la vida; atizose

nuestra actividad y encalleció por modo considerable nuestra sensibilidad,

aniquilando aquellas susceptibilidades atávicas, aquellos escrúpulos tontos de

nuestra raza por todo lo que se nos antoja incompatible con nuestras

presunciones de Gran Señor.

Raro sería que un carácter y un talento como el de Roberto, sometido a tan

dura escuela, no adquiriesen a la larga el prestigio moral y la conciencia del

propio valer que dan el sufrimiento, la experiencia da la vida y la tenacidad en

la persecución de un ideal noble. El destino, que nos reserva en veces

compensaciones admirables, acaba de deparar a Roberto las suyas casi

simultáneamente. La constitución del antiguo Departamento colombiano de

Panamá en la República independiente le ha valido ser nombrado cónsul de la

nueva Nación en París.

De esta serenidad de ánimo ofrecida a su antiguo desasosiego, ha derivado en

positivo provecho su naturaleza artística. Dos obras suyas fueron admitidas

en este año al salón de Champ de Mars y elogiosamente comentadas por los

órganos más respetables de la prensa francesa: Le Temps, Les Dèbats, Le

Journal. Una de esas telas es un retrato de señora acaso un tanto académico,

procedente sin duda de la manera de Bannat y de los recuerdos de la primera

educación del artista. La otra es una cabeza de estudio libremente creada, obra

de imaginación y fantasía en que campea la sinceridad, el sentimiento personal

del artista. Esta tela ha alcanzado un éxito grande y eclipsado totalmente a su

compañera: ella implica una excelente lección para el autor determinando la predominancia del sentimiento sobre la manera y de la personalidad sobre el

procedimiento.

Más que Bonnat, más que la Escuela de Bellas Artes, más que a París debe

Roberto a su incontrastable vocación artística, al aprendizaje práctico de la

vida y a la ardua educación de la voluntad los primeros resultados apreciables

de su carrera, la cosecha de los primeros lauros. Roberto es un pintor

autodidáctico, y este es su mejor título de gloria. Cabe aplicarle la hermosa

expresión de Hans Sachs refiriéndose al Caballero de Stolzing en la escena de

la representación de los Maestros Cantores: “Si el arte inspira de veras, qué

importa quién fue su maestro.

Después de dos años de extenuada labor, Roberto Lewis ha regresado para

presentarnos una obra prodigiosa, sencillamente prodigiosa, consiste en diez

medallones pequeños, alegóricos de las artes y de los distintos géneros

teatrales, ocho panesus que contienen otros tantos pebeteros y tres lienzos,

representando La Aurora, el Día y la Noche, todo lo cual corresponde al foyer

y para la sala del teatro un gran plafond donde se mueven 32 figuras

escorzadas y un telón sencillo, encantadoramente sencillo y que es una

maravillosa audacia de procedimiento.

Si se medita en lo que Lewis ha llevado a feliz término en año y medio un tan

vasto y tan atrevido plan, hay que convenir en que el esfuerzo ha sido colosal

y en que el artista ha debido pasar por instantes de desesperado

desfallecimiento, antes de vencer la cumbre con la poderosa carga que se

había echado a cuestas.

Los diez medallones del foyer, son en su género modelos de bellezas, por lo

rico del colorido, por lo bien caracterizado de la época a que pertenece cada

uno, por la sabia ejecución y en fin por la armonía y la vida que flota sobre

cada uno de ellos.

Hubiéramos querido entrar a analizarlos separadamente; pero nos veremos

privados de este placer en gracia de la brevedad que apenas podemos

conseguir pasando ligeramente sobre algunos puntos de la obra de Roberto

Lewis.

CONTINÚA