Viva - 19/8/11 - 07:48 PM

El Vidajena

Por: Redacción -

Como suele ocurrir con frecuencia, los cholitos siguen emigrando hasta la ciudad capital porque por allá onde uno, la cosa está color de hormiga. Si los productos de primera necesidad en la metrópoli están por las nubes, allá están por las estratósfera. Y como la gente de tierra adentro se están comiendo un cable tienen que buscar mejores horizontes o patean el balde.

El caso que vamos a dramatizar en esta fecha es el de Coralio, un excelente agricultor que sabía el secreto de sembrar las yucas, que cuando se cosechaban eran de gran tamaño y que le hacían ganar buenos premios en las ferias de las cabeceras de provincias. También cosechaba los más sabrosos ñames babosos y otros productos agrícolas.

Pero, Coralio y su bella cholita quita frío, de nombre Fortunata no podía alimentarse con yuca y ñame y a veces con maíz y eso cuando los talingos y otras aves depredadoras no hacían su agosto con los siembros.

Llegó el momento en que el cacique de esos contornos, el señor de horca y cuchillo, Don Caimanero, quien era el que hacía los fraudes para la época de la política y les daba elevo sellado y cerrado para que los humildes campesinos fueran a depositarlos en las urnas y las autoridades se hacían de la vista gorda.

Don Caimanero era el único dueño de la tienda del caserío y le fiaba a los campesinos con la garantía de la tierra de cultivos, y cuando iban a pagar la deuda se encontraban conque debían más de lo que el cacique decía que valía la tierra. Y en esa forma, Coralito y su mujercita linda perdieron la tierra y tuvieron que mandarse a cambiar para la capital. Suerte que tenía un primo viviendo en el patio limoso. El pariente le consiguió un chantin donde antes viviera una familia que tuvo la suerte de ganarse el Gordito e hizo una palaciega residencia en Cerro Batea.

Los antiguos residentes de la vieja casa de inquilinato, ya condenada, donde nadie pagaba alquiler, sufrieron la pesadilla de la llegada de los interioranos. Llegó el momento en que los cholitos eran mayoría. Poco a poco se fueron apoderando del patio limoso. Criaron puercos, gallinas y hasta conejos que se reprodujeron de una manera extraordinaria.

Y como si fuera poco, los viejos vecinos cono Heidi, la malvada Sedoína, la más bochinchosa, Saíno, Lotario, Vanesa, Belkis, Linda, Osiris, Régula, Saco e'Sal, etc., tuvieron que soportar a los interioranos que de noche entonaban salomas quejumbrosas añorando la campiña. Y los viernes, sábados y domingos sacaban el componente y dejaban escuchar la música típica de Mamerto y su acordeón melodioso y no dejaban dormir a nadie.

Cuando los interioranos de las otras casas de inquilinato supieron que en el patio limoso más famoso de esos contornos miserables, había bailes y gratis, aparecieron buco e'cholitos, muy lindas, eso sí, ataviadas muy sexys y tomaron parte en los festejos bullangueros.

Lotario, el negro de buen corazón, que es el líder de los viejos vecinos que deseaban vivir en paz, formó una comisión de quejosos y acudió ante el Juez Cuenta Botones, el negrito del pelo planchado, todo vestido de blanco, de la corbata hasta los zapatos que los usaba a la vieja usanza,

 
 

EDICIÓN IMPRESA

Portada Diario Crítica