Propiedades de la caléndula
La caléndula ha sido considerada una planta medicinal desde épocas remotas. Su fama aumentó aún más durante la Edad Media, cuando grandes figuras de la medicina como Santa Hildegarda y Alberto Magno prescribían su empleo para diversas enfermedades, especialmente del hígado, estómago y para las picaduras de insectos.
En la actualidad se destaca sobre todo por sus virtudes antiinflamatorias, antiespasmódicas, antisépticas y depurativas.
Igualmente, tiene un efecto beneficioso sobre el hígado y la vesícula biliar que ha sido demostrado científicamente.
La caléndula, también, ejerce su acción terapéutica sobre el sistema reproductor femenino, ya que provoca el menstruo retrasado, regulariza el ciclo, reduce las reglas demasiado abundantes y los efectos colaterales de la menstruación como dolores abdominales, insomnio, ansiedad, depresión, etc.
Recientemente se le han atribuido efectos anticancerígenos, sobre todo si se aplica en pomada sobre los tumores de la piel.
Para uso externo tiene propiedades cicatrizantes, emolientes y antisépticas, por lo cual es muy recomendada su aplicación sobre heridas, llagas, eccemas, contusiones, callos, verrugas, impétigo, úlceras, inflamaciones cutáneas y, como colirio, en casos de conjuntivitis. Igualmente ayuda a la conservación de la belleza natural de allí su empleo en mascarillas caseras.